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((**Es19.144**) romanas, bajo la dirección del salesiano don Rafael Antolisei. Este gran Maestro había hecho su parte. Escribió una Misa, a ocho voces mixtas, que se interpretó el primer día del triduo y recibió las más altas alabanzas de los entendidos. Todos admiraban la belleza de la inspiración melódica, la poderosa técnica de corte palestriniano y la variedad de efectos conseguidos. El día cinco se unieron a su Schola cantorum, en simpática hermandad, setenta sopranos y contraltos y ochenta tenores y bajos, pertenecientes a la Schola cantorum del Oratoro de Turín, dirigida por nuestro Dogliani. Formaron un conjunto de doscientos sesenta cantores, que interpretaron la Missa Brevis, a cuatro voces, de Palestrina. La majestad y la potencia de los acordes embelesaron a cuantos tuvieron la suerte de disfrutar de aquella ejecución. Pero la Misa mejor estaba reservada para el tercer día: la Missa Assumpta est, a seis voces, del mismo Palestrina. Es una partitura para dos sopranos, un contralto, dos tenores y bajo. El tejido de la polifonía palestriniana se acerca a lo prodigioso; a cada frase, a cada momento se suceden nuevas e inspiradas maravillas que sorprenden y enamoran. El Maestro supo arrancar de su masa coral, claras y distintas, las más ocultas bellezas de aquella obra maestra. Lo mismo por la mañana que por la tarde se interpretaron, además, cada día composiciones de Meluzzi, Antolisei, Dogliani y otros reputados Maestros con acompañamiento de órgano. Quedó sellado el triduo musicalmente el último día con el Te Deum a cuatro voces de Antolisei. El día siete por la noche empezó el éxodo de los peregrinos llegados a Roma para la beatificación de don Bosco. Los encontraremos pronto en Turín. (**Es19.144**))
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