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((**Es19.121**) Francesia, el cual evocaba durante la espera el recuerdo de otra celebración semejante, aunque menos grandiosa, y veía florecer de nuevo en el recuerdo un presagio poético suyo, que iba a convertirse en realidad. En un lejano día del año 1867 tuvo que acompañar a don Bosco a una beatificación y, al dar noticia de la misma con anterioridad a los del Oratorio de Turín, había escrito: <>. Dios, en cambio, le había reservado a él el inesperado consuelo. íHe aquí, pues, en qué concepto de santidad tenían a don Bosco los que, hacía años, vivían a su lado y eran testigos cotidianos de su hacer y su decir! Al sonar las diez, tras el canto de Nona, los Canónigos del Cabildo Vaticano con el Cardenal Arcipreste, Merry del Val, a la cabeza, ((**It19.138**)) avanzaron procesionalmente desde la Capilla Julia y fueron a ocupar sus asientos en el ábside in cornu epistolae, mientras in cornu evangelii en sitiales a propósito ocupaban su lugar los Cardenales que componían la Sagrada Congregación de Ritos, a saber, Laurenti, prefecto, Vannutelli, Granito Pignatelli de Belmonte, Frühwirt, Scapinelli di Léguino, Sincero, Cerretti, Hlond, Ehrle y Verde. En medio del majestuoso fulgor de tanta púrpura, brillaba con descubierta alegría la amable figura del cardenal Gamba. En otros sitiales estaban situados los Prelados, Oficiales y Consultores de la misma Congregación y los miembros de la Postulación. Una vez que todos ocuparon su propio lugar, adelantóse el Postulador de la Causa, don Francisco Tomasetti, acompañado por el Secretario de Ritos, Mons. Mariani, ante el Cardenal Prefecto y le entregó el Breve Apostólico de la beatificación, rogándole se sirviera ordenar su publicación. Su Eminencia le envió al Cardenal Arcipreste a pedir permiso para leer el documento pontificio en su Basílica. Obtenida la facultad, un Prelado Canónigo Vaticano, Mons. Barnabei, subió a un pequeño podio un poco elevado en el presbiterio, leyó el Breve, en el cual el Sumo Pontífice, después de haber hecho un rápido resumen de la vida, las obras, las virtudes heroicas y los milagros de don Bosco, declaraba se inscribiese en el número de los Beatos. He aquí la traducción. Dios es admirable en sus santos, los cuales, mientras viven en la tierra, se preocupan de promover la gloria del Señor y la salvación eterna de los hombres; es el Dios (**Es19.121**))
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