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((**Es18.95**) Don Bosco, que había comido en casa de doña Dorotea, fue a la iglesia en su carroza. Como no era posible entrar por el centro de la iglesia, se le abrió paso por la parte de la sacristía. Sentóse en el presbiterio al lado del evangelio, a la derecha del Obispo, que tenía a su izquierda a don Cándido, abad de la Trapa de Santa María del Desierto, en Toulouse 1. A su alrededor se sentaban las dignidades eclesiásticas. En el lado de la epístola, estaban las autoridades civiles y militares, con varios Directores de Sociedades y de periódicos. Las juntas de señoras y de señores ocupaban en la iglesia los primeros asientos. La guardia civil a caballo no pudo resistir el empuje exterior y una avalancha de público rompió una cancela, mas no la puerta que era de bronce. La ceremonia se desarrolló según costumbre, comprendida la previa lectura de un capítulo de la vida de San Francisco de Sales. El conferenciante, doctor José Julia, al pedir la bendición del Obispo, le preguntó: ->>Qué pensamiento deberé exponer con preferencia? ((**It18.101**)) Hable, respondió el Obispo, de la gran Obra de este hombre de Dios, y haga que todos comprendan su misión. ->>Qué le parece, don Bosco?, preguntó después al Santo. -Yo, respondió él, no puedo decir más que: íDeo gratias! El orador presentó a don Bosco como al hombre de la Providencia, enviado a la Iglesia para cubrir las necesidades especiales del tiempo, exaltó la institución de los Talleres Salesianos e ilustró el bien que hacían los Talleres de Sarriá. Se cantó seguidamente la Caridad de Rossini; después quiso don Bosco dejar oír su voz. Se acercó a la balaustrada y dijo que hubiera deseado tener la voz de las trompetas, de las que se habla en la sagrada Escritura, para agradecer a los barceloneses las demostraciones de fe, de religiosidad, de caridad y de simpatía; anunció que la mañana siguiente celebraría la misa en aquella misma iglesia por todos los presentes; comunicó que había recibido aquel día telegráficamente de Roma una bendición especial del Padre Santo para todos lo bienhechores de su Obra y para los asistentes a la conferencia. Por último, descendió el Obispo de su cátedra, y colocándose al lado de don Bosco, repitió con poderosa voz y en castellano lo que don Bosco había dicho en su propia lengua. Doña Dorotea, presidenta de la junta de 1 Había venido a España para hacer la visita canónica a su casa filial; lo acompañaba como secretario don Andrés Malet, recientemente ordenado sacerdote y hoy abad de santa María del Desierto.(**Es18.95**))
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