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((**Es18.613**) de los misioneros destinados a Araucania-Patagonia y Brasil, con el fin de catequizar, bautizar y civilizar a las tribus, que viven todavía en la idolatría y el salvajismo. Al dirigir Vuestra Reverencia su mirada hacia la Araucania-Patagonia, no ignorará que aquellas poblaciones, guerreras por naturaleza, pero de índole generosa, eligieron como Soberano el año 1860, al generoso francés, Antonio OrŠlie de Tounens, el cual, después de haber logrado establecer la paz y reunir en un solo grupo las tribus dirigidas por los Caciques, de acuerdo con éstos, se constituyó un Reino en forma representativa y siguieron luego los tratados entre el nuevo Rey y las Repúblicas de Argentina y Chile. Por ansias de conquista, las dos Repúblicas limítrofes pretendieron siempre el territorio Arauco-Patagón; pero no lo lograron nunca. Y mientras Su Majestad Antonio OrŠlie viajaba a Europa para tratar con las potencias europeas, desgraciadamente moría y subía al trono su sucesor, el valeroso Príncipe Aquiles de Laviarde, hoy Aquiles I, que reside provisionalmente en París (110, Boulevard Rochechouari), donde continúa los trámites a fin de que, con el apoyo de los Estados Civiles, pueda ir a residir entre aquellos pueblos que ya le reconocieron como sucesor del primer fundador del Reino. No es cuestión de proyectos; sólo falta acabar la cuestión financiera, y las cosas están muy adelantadas. No hace mucho que una diputación de Notables Arauco-Patagones iba a Francia para saludar al propio Rey y confirmarle el alto mando; y existe una acta notarial pública ((**It18.727**)) en los archivos notariales de París, en la que Aquiles I aparece, a la luz del día, como el segundo rey elegido de la Araucania-Patagonia. Yo, que soy hace muchos años Jefe del Cuerpo Consular, nombrado por el difunto y por el actual soberano, siempre abogué para que, aunque es ardua la empresa, se comenzara por la Religión Católica y, en consecuencia, se cumplieran los trámites principales ante el Vaticano para pensar en el envío de misioneros a su tiempo, y así hacer menos difícil en adelante el acceso al territorio Arauco-Patagón, cuyos confines solamente guardan y custodian celosamente los indígenas. Su Majestad, que me honra con su confianza, encontró justa mi sugerencia, y se empezaron los trámites con el Vaticano. Se nombró enviado extraordinario y encargado de los asuntos Arauco-Patagones, ante la Santa Sede, al Caballero, Abogado de la Sagrada Rota, Carlos Lenti, residente en Roma, Via della Pedacchia, 100, y hermano de monseñor Lenti, Vicegerente de Su Santidad. Después de la exposición de tales hechos, le diré francamente que la circular de Vuestra Reverencia ha confortado mi espíritu, y le ruego tenga la bondad de enviarme varios ejemplares, porque actuaré con todos mis posibles para el triunfo de la santa causa, de la que puedo proclamarme política y religiosamente uno de los promotores. Convendría que Vuestra Reverencia se pusiese en relación directa con Su Majestad, a quien escribiré positivamente, y que también conozca al Cónsul Arauco-Patagón de Turín, Comendador Félix Zanini, a quien he escrito a la vez, y que reside en Via Sania Chiara, n. 52. Desde este momento me pongo a la entera disposición de Vuestra Reverencia, y me profeso con todos mis respetos, Nápoles, 11 de enero de 1887. 12, via Due Porte a Toledo. El Cónsul General Encargado de Negocios Com. JOSE PEDRO GIUSTINI (**Es18.613**))
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