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((**Es18.607**)los proyectos de nuevas empresas, a las cuales, por las urgentes necesidades de aquellas lejanas poblaciones, convendrá echar mano cuanto antes. Después de haber recorrido la Patagonia, desde el Océano Atlántico hasta las Cordilleras de los Andes, y atravesado por dos veces aquellas célebres montañas a fin de llegar hasta Chile, después de haber catequizado y bautizado a varias tribus de salvajes, a fuerza de grandes fatigas y peligros increíbles por parte de nuestros Misioneros, ha llegado el momento de pensar seriamente en consolidar y perpetuar el bien que hasta ahora se ha hecho. ((**It18.710**)) Pues aquellas tribus pacificadas y convertidas a la fe, habiendo comenzado a saborear las primeras dulzuras de la vida cristiana y civil, no pueden resignarse con ver solamente de cuando en cuando al Misionero, que los llamó a la vida social y a la luz del Evangelio. Con justa razón ellos quisieran tenerlo siempre en su compañía, para ser por él dirigidos, instruidos y consolados, y muy especialmente para ser asistidos en los casos de enfermedad y en peligro de muerte. No debemos, pues, maravillarnos, si el Ilmo. Sr. Cagliero, Vicario Apostólico de la Patagonia, no pueda en modo alguno negar a los pobres salvajes, pues son sus queridísimos hijos en Jesucristo, estos religiosos y justísimos consuelos. Pero él no tiene ni personal ni medios suficientes para satisfacer sus ardientes deseos. Debiendo establecer residencias fijas para los Misioneros en el desierto patagónico, a medida que los salvajes se reúnen en colonias o aldeas, él necesita, como bien comprenderéis, un mayor número de sacerdotes, catequistas y Hermanas, y de muchos medios materiales que son indispensables para la vida social y para el cultivo divino. Aquellos pobres neófitos, a pesar de su buena voluntad, no pueden ofrecer a nuestros Misioneros otra cosa más que el espectáculo de su grande y triste miseria. Ellos tienen necesidad de todo, hasta de ser vestidos y mantenidos, máxime al principio de su conversión. Así es que las suertes de aquellas Misiones dependen enteramente de la Pía Sociedad Salesiana y de la caridad de nuestros Cooperadores y Cooperadoras. Y nosotros, >>deberemos desanimarnos? íOh no! Antes al contrario, redoblaremos nuestros esfuerzos, para no dejar desfallecer aquellas obras, que nos costaron ya tantos sudores y sacrificios. Además de esto es conveniente sepáis, que para asegurar el éxito de la conversión total de la Patagonia, hemos establecido abrir un camino desde la parte Occidental de Chile, y dentro de poco un buen número de Salesianos saldrán para allá con el fin de fundar una Casa a la otra parte de las Cordilleras, en la ciudad de Concepción, perteneciente a la República Chilena. Y allá es desde donde deberán salir colonias de misioneros, para evangelizar la Araucania y la Patagonia Occidental, extendiéndose después poco a poco hasta el Archipiélago de Chile y de Magallanes, en la así llamada Tierra del Fuego, poblada por innumerables tribus indígenas, privadas enteramente de toda idea de religión y civilización. Don Fagnano debe ya haber bajado en este momento a las Islas Malvinas, y desde allá seguirá explorando todas aquellas Islas hasta el Cabo de Hornos, y tratará de estudiar los puntos más estratégicos y adaptados para fijar las tiendas de los nuevos soldados de la Cruz, que irán muy pronto a unírsele. ((**It18.711**)) No podéis imaginaros, oh caros Cooperadores y Cooperadoras, cuán vivas instancias y cuántas súplicas me llegan de aquellas tierras, por parte de nuestros infatigables Misioneros y de las mismas poblaciones, para que les mandemos nuevos y grandes refuerzos de hombres y dinero. (**Es18.607**))
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