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((**Es18.572**) Con la esperanza de que se presenten otras ocasiones para podérselo demostrar con los hechos, tengo, mientras tanto, el honor de declararme con particular afecto y reverencia, de usted y de todos sus respetables hermanos. Roma, 25 de octubre de 1885. Afmo. seguro servidor, CARLOS Card. LAURENZI 25 Tomado de la conferencia dada por el cardenal Parocchi en Roma Ilustrísimos Señores y Señoras: Miro alrededor, y, aunque sea tan respetable esta vuestra venerable asamblea, nobilísimas señoras, que honráis, según vuestra costumbre, y dais importancia a la reunión anual de las Obras Salesianas, permitid que os diga con toda franqueza, que hoy falta en vuestra sesión la perla más refulgente que estaba otras veces entre nosotros prestando luz a la conferencia Salesiana. Busco en torno a mí la veneranda persona de ese Apóstol de la caridad moderna, quiero decir, al óptimo e infatigable don Juan Bosco. Habríamos deseado que alegrara y animase con su presencia la obra que plantaron sus propias manos y respondiese a nuestras preguntas con su amable sonrisa de hermano y apóstol, con su voz de amigo y de padre, siempre a disposición de todos. Pero, mientras nosotros estamos aquí en esta casa hospitalaria de las venerables Oblatas de santa Francisca Romana, a la sombra de la gran protectora del Patriciado de Roma, anda él por la católica España y, olvidándose de sus setenta y un años, recorre Castilla la Nueva y, quizás en este momento ha cumplido ya el importante asunto de la fundación de una nueva casa en Madrid, haciendo así realidad los deseos del rey Alfonso. Tal vez ha llevado hoy un postrer aliento a los deseos a los que también los Reyes están sujetos, realizando uno de los últimos anhelos de aquel Rey profundamente católico, de aquel Rey verdaderamente religioso. Pero es inútil lamentar la ausencia de don Bosco entre nosotros, porque él podría responder a nuestras preguntas ((**It18.666**)) con el divino Maestro: Quid est quod me quaerebatis? nesciebatis quia in his quae Patris mei sunt oportet me esse? >>A qué buscarme? >>Por qué os turbáis, como si fuera necesaria mi presencia material? Quid est... >>No sabéis que debo ocuparme, sin descanso y sin tregua, de las obras que atañen a mi Padre? Nesciebatis quia in his quae Patris mei sunt oportet me esse: Y, mientras dejamos al Apóstol del siglo presente que se ocupe de las obras de Dios en la Península Ibérica, enviémosle nuestros augurios para que triunfe en la obra emprendida y le bendigan San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y San Francisco de Borja, San Francisco Javier y San Juan de Dios, San Pedro de Alcántara y San Luis Bertrán y le bendiga finalmente el innumerable ejército de Santos que España, la tierra de Santiago, ha dado a la Iglesia Católica, no menos benemérita que ésta de la civilización, por haber vencido y domado el poder de los sarracenos. Ocupémonos de nuestras cosas; in his quae Patris mei sunt oportet me esse, con alguna palabra edificante sobre la obra fundamental del Instituto Salesiano; mucho más ahora, que somos más libres por no estar presente su autor, y dado que la (**Es18.572**))
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