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((**Es18.561**) sirviese bendecir a todo el grupo, y como éste, calificándose a sí mismo de pobre mendicante, manifestase, que donde estaba presente un Prelado de la Iglesia, él, simple eclesiástico, debía impetrar la bendición en vez de darla, el Abad trapense, de rodillas, se quitó las insignias prelaciales en señal de santa humildad y, postrándose toda la concurrencia, recibió fervorosamente la bendición del anciano valetudinario, héroe de la caridad, fundador de una obra grandiosa que ha de honrar a un santo, porque los frutos opimos que produce constituyen un verdadero milagro. A todo esto, fue fotografiado el grupo con una máquina instantánea al efecto preparada, y levantándose luego el gran padre de familia, que educa, mantiene y enseña a doscientos mil hijos, tan pobres como él, reproduciendo, como si dijéramos, el milagro de los panes y los peces, apoyado en el brazo del amable dueño de la casa señor Martí y Codolar, visitó algunas de las muchas curiosidades de notable mérito que el jardín contiene. El pavo real blanco abrió su cola como para ufanarse y para honrar a tal admirador; el elefante mostró sus blancos marfiles y agitó su trompa con alegría; los pelícanos comparecieron a prestarle homenaje, y hasta los camellos salieron a hincar la rodilla. Las muchachas de servicio, los labriegos, los criados y aun los niños, pudieron libremente tener la satisfacción de hablar y de comunicar sus sentimientos al venerable anciano, que les oyó, acarició y trató con la bondad angélica que establece hacia él una corriente de atracción invencible. Los niños salesianos merendaron servidos por las mismas señoras que concurrieron a la fiesta, y empezaba ya a declinar el día, cuando ((**It18.653**)) don Bosco, aclamado y saludado por todos los asistentes con verdadero entusiasmo, abandonó aquella casa hospitalaria y aquella mansión encantadora, para volver con sus hijos a los talleres de Sarriá. Ellos se han levantado por el sentimiento cristiano de Caridad que vive entusiasta en nuestra tierra a Dios gracias, y el impulso primero, el primer sacrificio, si un acto benéfico pudiese llamarse tal, es debido a la Excma. señora doña Dorotea Chopitea de Serra con ese noble propósito, que ha hecho que su nombre luzca en todas las obras de caridad con que Barcelona se honra. Presente estaba esa señora de gran corazón, de todos querida y adorada de los pobres, pareciendo como que buscase el último lugar; presentes estaban sus hijas y nietas; los hermanos señores Pascual con sus buenas esposas y amables hijas y tuvieron la fortuna de asistir a la fiesta los parientes y algunos amigos de los señores Martí y Codolar, que guardarán toda su vida impresión agradable y dulce de aquella función, en que se reflejó la bondad y la sencillez que acompaña siempre al verdadero sentimiento católico. -J. M. G. (El Correo Catalán, 5 de mayo de 1886) 17 (el original en español) Carta de cesión del Tibidabo Reverendísimo Sr. don Juan Bosco. Superior General de la Congregación Salesiana, Los infrascritos propietarios de la cúspide de la montaña denominada Tibidabo siguiendo el ejemplo de Nuestro Santísimo Padre León XIII que confió a Vuestra (**Es18.561**))
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