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((**Es18.548**) deseaba con toda su alma conocer y abrazar la religión cristiana. Habló esta persona con un buen padre jesuita, el cual informó del caso al señor Obispo, quien hizo se pidiera con ardor a nuestra Madre que se la admitiera en nuestra Comunidad, para prepararla al santo bautismo. Aquella desgraciada muchacha manifestaba vivos deseos de recibirlo y hacía el papel como una artista. Sin embargo, nuestra Madre tenía su temor. Dos días antes del fijado para la ceremonia, mientras el Capellán y nosotras mismas dábamos pasos para informarnos, llegó una carta de vuestro venerado Padre, quien decía a nuestra Madre: <<>>No tendría usted en su casa a Fulana? Diga a esta hija pródiga que vuelva a cuidarse de su madre ciega y de sus hijos>>. Era precisamente ella. >>Quién se lo había dicho? La carta de don Bosco era en respuesta a una petición que nuestra Madre le había hecho a propósito de una joven epiléptica. Hablando de ella, decía vuestro venerado Padre: <>. Desgraciadamente fue infiel, y le reapareció el mal que tenía. Y ahora, reverendo Padre, permita que nos unamos a usted para obtener, por mediación de su santo Padre, la curación de una de nuestras Hermanas enferma y que le recomiende a mi madre ciega, que no se resigna a la santa voluntad de Dios. Nuestra muy digna Madre le saluda respetuosamente y le ruega encomiende al Señor sus cargas y preocupaciones. Dígnese aceptar, reverendo Padre, mi respetuoso saludo. Desde nuestra Comunidad de Munich. 22 de mayo de 1891. S. S. ZENOBIA, del Niño Jesús ((**It18.637**)) 3 (el original en francés) El Presidente de la Sociedad Geográfica de Lyon a don Bosco Reverendo Señor: Hace unos meses se dignó usted honrarnos con su presencia en el seno de nuestra Sociedad y hablarnos de los felices resultados obtenidos por usted y sus misioneros en Patagonia, conduciendo aquel país a la civilización cristiana y, en consecuencia, a la producción económica de los trabajadores de ambos mundos. Ultimamente aún ha tenido usted la delicadeza de enviarnos nuevos y preciosos documentos sobre el particular. La Junta directiva de nuestra Sociedad no podía dejar olvidados los servicios que con ello presta usted a la ciencia geográfica, tal y como se entiende en nuestros días: el estudio y el progreso de los hombres y de las cosas en los países extranjeros. Me complazco, pues, al anunciarle que en la última sesión se le ha concedido una medalla de plata en conmemoración del gran suceso del restablecimiento de la civilización en los territorios patagónicos. Como no podremos entregársela más que en una sesión solemne todavía lejana, le rogaría me indicase, si le es posible, la fecha a poner a continuación de la inscripción: A don Bosco -Sacerdote Salesiano- Civilización de la Patagonia, que pretendemos hacer grabar en una de las caras de la medalla. (**Es18.548**))
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