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((**Es18.408**) -Te recomiendo la salvación de tu alma. Que vivas siempre como un buen cristiano. Llegaban cada día muchas cartas de Italia y del extranjero, sobre todo de Francia, respondiendo a su circular del cuatro de noviembre. Casi siempre contenían un donativo. Los secretarios abrían los sobres, sacaban el contenido, lo colocaban sobre la mesa y, después, se lo presentaban todo junto; así podía él darse cuenta con facilidad e indicar la manera de responder, La señora Broquier, gran cooperadora de Marsella, le mandaba una cantidad considerable y quiso contestar de su puño y letra. A nuestra buena y caritativa madre, la Señora Broquier: He recibido su generoso donativo de quinientos francos para nuestros pobres Misioneros. Que Dios se lo pague con abundancia. Ellos van con gusto a dar su vida en medio de los salvajes de América, pero usted ofrece la bolsa; tanto unos como otros servimos al Señor y trabajamos para ganar almas para el cielo; y el que trabaja por salvar almas, salva la suya. Más aún: quien da limosna para salvar almas será recompensado con salud y larga vida. Pero demos mucho, si queremos recibir mucho. De mil amores espero a usted y a su marido, a su yerno y a su hija, cuando haga una próxima visita a Turín en la próxima primavera. Haremos una bonita fiesta. Que Dios la bendiga y la guíe hasta aquí. Yo ya no puedo andar, ni escribir, más que con mucha dificultad. Lo único que todavía puedo hacer, y lo hago de muy buena gana por usted y ((**It18.471**)) por todos sus seres queridos, vivos y difuntos, es rezar cada día para que las riquezas, que son espinas, se conviertan en obras buenas, o sea en flores, con las que los ángeles tejan una corona que ciña sus frentes por toda la eternidad. Así sea. Recen también por este pobre, siempre suyo, Turín, 27 de noviembre de 1887. Afectísimo amigo, JUAN BOSCO, Pbro. 1 Las más de las veces acompañaban a los donativos peticiones de oraciones para obtener gracias espirituales o temporales; o eran de agradecimiento por favores recibidos de María Auxiliadora. Ponían gran confianza en su intercesión, como puede colegirse de las palabras que escribía una religiosa de la Orden de la Visitación, de Friburgo, el primero de diciembre: <<>>No es cierto que al Señor le es muy fácil hacer milagros y a usted el obtenerlos?>>. 1 La señora Broquier le dio las gracias el veinte de diciembre con la felicitación navideña: <>. (**Es18.408**))
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