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((**Es18.333**) el único a quien ((**It18.381**)) compete este derecho>>. Y después mandó al secretario que dejara constancia de esta su voluntad en las actas del Capítulo ad perpetuam observantiam et rei memoriam. Prolongó su permanencia en Valsálice, hasta que terminaron los ejercicios espirituales. Pero, en la última década de septiembre, no estaba bien de salud. Le asaltaba con frecuencia un fuerte dolor de cabeza acompañado de fiebre; en una semana no pudo tener la satisfacción de celebrar misa hasta tres veces. <>. De estas audiencias concedidas en Valsálice, es muy poco o nada lo que Viglietti da a conocer. Sólo menciona la ida de dos obispos de Estados Unidos, sin dar su nombre, y la llegada de la familia barcelonesa de don Luis Martí-Codolar. Si sabemos algo más, lo debemos a otras fuentes. El Director de la casa de Faenza, para premiar a los tres mejores alumnos, los acompañó en septiembre al Oratorio, desde donde subió a Valsálice para presentarlos a don Bosco. El Santo los saludó con benevolencia, dándoles a besar la mano; pero al más pequeño, un muchacho de doce años, que hacía el segundo curso de bachiller, se la retiró y, mirándole a la cara muy seriamente, le dijo: -íNosotros no somos amigos! El pobrecillo salió con el corazón deshecho. Apenas estuvo fuera, rompió a llorar. Por más que le dijo don Juan Bautista Rinaldi que se trataba de una broma, él no se calmaba. Rezó, hizo comuniones, hasta que le pareció oír una voz interna que le sugería romper cierta promesa. Precisa saber que su madre, viuda hacía varios años, no había autorizado en principio al hijo para tal viaje, porque temía que don Bosco lo conquistara para hacerse salesiano; pero, al fin, cuando el muchacho le aseguró que no se dejaría cazar por él, le dio permiso para ir. Movido, pues, por aquella inspiración secreta, se retractó del primer propósito disponiéndose a hacer en todo la voluntad de Dios. Admitido, poco después, a la presencia de don Bosco, ((**It18.382**)) díjole éste sonriendo: -Ahora sí somos amigos. Y, poniéndole la mano sobre los hombros, añadió: -Y tú ya no te separarás de don Bosco. Tomó después tres medallas y, dándoselas una a una, prosiguió: (**Es18.333**))
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