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((**Es18.31**) de hijos de Dios; sin embargo, en el caso del que hablamos, no hubiera sido suficiente sin la caridad paciente, dulce y benigna de don Bosco. Escuchémoslo del mismo penitente: <>. Dos días antes de la reunión que hemos referido, se había introducido en el apartamiento de don Bosco una novedad. Hasta entonces, cuando don Bosco no podía bajar a la iglesia, celebraba misa en la antesala, en un altarcito disimulado con unas maderas, a modo de armario. El clérigo Viglietti había logrado obtener, aunque con dificultad, que la sala contigua a la de espera se transformara en capilla, ((**It18.24**)) con un bonito altar. El día de San Francisco, por la tarde, fue el cardenal Alimonda a visitar al Siervo de Dios y el secretario expuso a Su Eminencia lo mucho que gustaría a toda la casa que se dignase bendecir el altar y la capilla. El Cardenal se prestó a ello de muy buen grado.Llegados de improviso el Obispo de Ivrea, algunos canónigos y otros insignes personajes, asistieron todos con don Bosco a la ceremonia. El Cardenal se puso la estola, recitó con el ritual en la mano las preces litúrgicas y bendijo el altar, iluminado como en día de fiesta, y la estancia. Los presentes recitaron a coro el Miserere y otros salmos.Fue una agradable función familiar, cuya oportunidad se aprecia hoy; porque, habiendo llegado a ser las habitaciones de don Bosco un verdadero pequeño santuario, la capillita donde celebró sus últimas misas, viene a ser como el sancta sanctorum. Hemos aludido a la fiesta de San Francisco y es preciso que digamos algo de ella. La precedió una conferencia a los Cooperadores, que para mayor comodidad, como se decía en la carta de invitación, tuvo lugar en la iglesia de San Juan Evangelista. La presidió don Bosco. El(**Es18.31**))
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