Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es18.289**) -Tened siempre cuidado de lo que podrá decir de vosotros el Señor, no de lo que digan los hombres, en bien o en mal. Y observaba Monseñor 1: <>. El deseo y la necesidad de abreviar lo más posible su permanencia en Roma aconsejaban a don Bosco que solicitara la audiencia pontificia; cuando he aquí que, el día once por la tarde, el mismo maestro de cámara, monseñor Della Volpe, acompañado por monseñor Volpini, secretario de la correspondencia en latín, le llevaba la invitación. Fue para don Bosco una gran satisfacción conocer al primero y ver de nuevo al segundo, porque quería recomendarles que obtuvieran del Padre Santo una audiencia para los muchachos cantores del Oratorio. Su audiencia estaba fijada para la víspera de la consagración, a las seis de la tarde. -Por la tarde recibo yo a mis amigos, dijo una vez Pío XI a un prelado francés, queriendo darle evidentemente una prueba de benevolencia. Pero también sus últimos antecesores tenían la misma costumbre de recibir al atardecer a las personas de su confianza. El día y la hora establecida, esperaba don Bosco en la antecámara del Papa. Mientras estaba silencioso y recogido, oyóse un leve rumor de pasos sobre el pavimento de la sala contigua; era la llegada de León XIII ((**It18.330**)) que, acompañado de su séquito, volvía del paseo por los jardines de Vaticano y entraba en su biblioteca particular. Pocos minutos después era introducido don Bosco. El Papa lo recibió con alegría y no permitió que se arrodillara para el beso del pie, sino que indicó a monseñor Della Volpe que le acercara un silloncito. Y, habiéndolo colocado a cierta distancia, el Papa lo acercó más hacia sí, hizo que don Bosco se sentara, tomó su mano derecha y estrechándola cariñosamente entre las suyas, repetía: -Querido don Bosco, >>cómo está? >>Cómo se encuentra?... Después se levantó y añadió: -Don Bosco, quizás siente un poco de frío, >>no es verdad? Y, así diciendo, fue a tomar una gran capa de piel y, volviendo a él, le dijo con mucha confianza: ->>Ve usted esta preciosa capa de piel de armiño que me han regalado hoy por mi jubileo sacerdotal? Quiero que sea usted quien la estrene. 1 Sagre Cuneesi a don Bosco Santo. Gros Monti. Turín, 1935, pág. 2. (**Es18.289**))
<Anterior: 18. 288><Siguiente: 18. 290>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com