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((**Es18.287**) trabajos que a la ganancia, no ahorra fatigas ni sacrificios, con tal de conseguir su intento y lograr nuevos pasos en el camino del progreso; con lo que da prueba, además, de un verdadero y bien entendido patriotismo, ((**It18.327**)) manteniéndose fiel a la tradición y a la escuela italiana, aceptando a la par las innovaciones modernas, vengan de donde vinieren>>. Asistió varias veces a las pruebas don Bosco, acompañado por don Miguel Rúa y una ilustre dama francesa, pero desde un lugar apartado, esto es, desde el coro simulado que hace simetría con el verdadero a los lados del presbiterio. Por último felicitó al constructor y le invitó para sus bodas de oro sacerdotales el año 1891 y añadió: -Y después, terminadas las fiestas, nos encontraremos juntos en el paraíso para el 1892. El señor Bernasconi volvió a Varese y contó a los operarios las alabanzas que se habían ganado con el órgano; pero también les habló de la doble invitación, mostrando su contrariedad por la segunda, que sospechó era la fecha exacta de su defunción. Murió, en efecto, en el mes de enero de 1892. No es una fantástica hipótesis suponer que la primera invitación, puramente imaginaria, sirviera a don Bosco para tomar pie a la predicción de la dura realidad, cuyo oportuno anuncio es para el cristiano voz amiga del cielo. El artista se había mostrado espléndido con don Bosco en la factura de los gastos; y se lo recompensaba a su modo espiritualmente haciéndole bien a su alma, reavivando en su corazón la saludable repercusión del estote parati (estad preparados). Se atribuyeron dos gracias extraordinarias a la bendición de don Bosco. A las tres de la tarde del día doce, mientras se hacía la segunda prueba del órgano, dos personas distinguidas, marido y mujer, presentáronse a su puerta pidiendo entrar. Díjoles el secretario que, en aquel momento, estaba descansando. Pero ellos, con lágrimas en los ojos, le suplicaban que les anunciase porque venían de muy lejos y necesitaban hablar con él en seguida. Entonces don Carlos Viglietti se decidió a pasar el recado. El Siervo de Dios condescendió a recibirlos. Apenas estuvieron ante él, cayeron de rodillas y la señora le pidió que la curase un brazo que tenía paralizado hacía mucho tiempo. Don Bosco le respondió que se las entendiera con el Sagrado Corazón, haciendo una limosna para su iglesia. -Marido mío, preguntó la señora: >>cuánto dinero tenemos aquí todavía? ((**It18.328**)) -Un billete de quinientas liras, respondió. >>Bastará esto, don Bosco? (**Es18.287**))
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