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((**Es18.278**) Junto a don Bosco estaba asiduamente el Príncipe Czartoryski que esperaba encontrar en Roma el camino para llegar a conseguir su ideal de vida religiosa. Como salió de Turín, sin haber obtenido una palabra decisiva y firme en su propósito de no dejar Italia sin resolver su asunto, pensaba poner su suerte en manos del Papa. Con esta idea no le pareció demasiado prolongada la espera de un mes para conseguir la oportunidad y el honor de una audiencia pontificia. No fue recibido hasta después de la consagración de la iglesia, cuando don Bosco ya estaba en Valdocco. También León XIII, teniendo en cuenta su alta alcurnia, le insinuó que eligiera la Compañía de Jesús, como más adaptada; pero, cuando escuchó que ninguna orden colmaba tanto sus deseos como la Sociedad Salesiana, no sólo no insistió, sino que aprobó sus designios. Y, al oírle decir que don Bosco dudaba en admitirlo, reflexionó un momento y le dijo: -Volved a Turín, presentaos a don Bosco, llevadle la bendición del Papa y decidle que es deseo del Papa que os acepte entre los Salesianos. Sed perseverante y rezad. Como el Príncipe hiciera referencia a las dificultades procedentes de su familia, el Papa le interrumpió y dijo: -Ante todo, hágase la voluntad de Dios. Confortado con las palabras del Vicario de Cristo, voló a Turín, volvió a entrevistarse con don Bosco quien, más que otra cosa, había querido poner a prueba su vocación y en seguida partió para París, donde le esperaba una prueba bastante más difícil por parte del padre. Antes de poner fin a la narración del viaje de don Bosco y de su llegada a Roma, nos llama momentáneamente a Turín la dolorosa noticia de la muerte de una persona muy querida. Faltaban pocos días para este viaje, cuando, presintiendo que la ausencia de don Bosco no sería de corta duración, había ido a visitarle y desearle un buen viaje el teólogo Margotti el cual, después de una larga y cordial entrevista, le entregó un buen donativo, para la iglesia del Sagrado Corazón. >>Quién hubiera imaginado ((**It18.317**)) que no volverían a verse en esta tierra? Una enfermedad fulminante llevó a la tumba a Margotti el día seis de mayo, entre el dolor de muchos amigos y el respeto y consideración de no pocos adversarios. Es justo dejar en estas Memorias una breve noticia de un amigo tan sincero y de un constante bienhechor, que mantenga su recuerdo entre los Salesianos de las generaciones futuras; y más aún, porque un olvido general ha rodeado el recuerdo (**Es18.278**))
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