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((**Es18.252**) ((**It18.285**)) Después vi dentro de aquella inmensa cuba personas indescriptiblemente deformes. Los ojos se les salían de las órbitas; las orejas, casi separadas de la cabeza, colgaban hacia abajo; los brazos y las piernas estaban dislocados de un modo fantástico. A los gemidos humanos se unían angustiosos maullidos de gatos, rugidos de leones, aullidos de lobos y alaridos de tigres, osos y otros animales. Observé mejor y entre aquellos desventurados reconocí a algunos. Entonces, cada vez más aterrado, pregunté nuevamente qué significaba tan extraordinario espectáculo. Se me respondió: -Gemitibus inenarrabilibus famem patientur ut canes (Con gemidos horripilantes sufrirán hambre canina). Entretanto, con el aumento del ruido, se hacía ante él más viva y más precisa la vista de las cosas; conocía mejor a aquellos infelices, le llegaban más claramente sus gritos, y su terror era cada vez más opresor. Entonces preguntó en alta voz: -Pero >>no será posible poner remedio o aliviar tanta desventura? >>Todos estos horrores y estos castigos están preparados para nosotros? >>Qué debo hacer yo? -Sí, replico una voz, hay un remedio; sólo un remedio. Apresurarse a pagar las propias deudas con oro o con plata. -Pero éstas son cosas materiales. -No, aurum et thus (oro e incienso). Con la oración incesante y con la frecuente comunión se podrá remediar tanto mal. Durante este diálogo los gritos se hicieron más estridentes y el aspecto de los que los emitían era más monstruoso, de forma que, presa de mortal terror, se despertó. Eran las tres de la mañana y no le fue posible volver a cerrar los ojos. En el curso del relato, un temblor agitaba todos sus miembros, su respiración era afanosa y sus ojos derramaban abundantes lágrimas . Don Bosco no dejaba de presidir las reuniones capitulares, que se celebraban ordinariamente en su habitación. Durante el tiempo de que tratamos sólo hubo cuatro. Espigaremos en las actas para sacar de ellas cuanto pueda referirse al Siervo de Dios. En la primera reunión, que fue el día catorce de febrero, se trató del importante tema de cómo debían regularse ((**It18.286**)) las relaciones entre el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y la Pía Sociedad Salesiana. Ya se había tratado la cuestión en una antigua sesión, mas sin llegar a una conclusión por estar ausentes algunos capitulares. Urgía, entretanto, tomar una decisión, a fin de que las Hermanas supiesen a (**Es18.252**))
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