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((**Es18.212**) resumen de todo lo hecho durante un año por sus hijos en el nuevo campo evangélico de Patagonia, que era: mil trescientos bautismos de indios y de indígenas en el Río Negro, mil comuniones de neófitos, tres mil comuniones de personas devotas, doscientas comuniones mensuales de los muchachos y de las muchachas, alumnos de las escuelas. <>. No podemos dejar de recoger la voz que parte de Santa Cruz. Dada la lejanía y las pocas comunicaciones marítimas con otras partes del continente sudamericano, don José María Beauvoir, había pensado ya escribirle el veintiocho de abril. Escogemos unas pocas frases que vienen al caso de su extensa exposición. <>Y por qué no poder verle otra vez, hablarle, besar la mano que tantas veces me bendijo? Ojalá pueda gozar todavía de su amable presencia un breve momento, ver una sola vez su rostro sonriente, alegrarme con su mirada expresiva y amable, y después morir contento en el voluntario, lejano ((**It18.238**)) y desierto destierro. Sí, lo espero, el Señor me concederá todavía esta deseada fortuna>>. Don Bosco le respondió. En efecto el día siete de septiembre don José María Beauvoir escribió a don Miguel Rúa: <>. >>Quién no ve la potencia de aquella poderosa palanca en las manos expertas de don Bosco en un cariño tan profundo y tenaz como el de aquellos primeros salesianos a su persona? En la carta de don José María Beauvoir había, además, una noticia menos grata. Un pobre coadjutor daba indicios de perdición. Don Bosco ordenó que se escribiera inmediatamente para que aquel coadjutor 1 Prov., XVII, 6. (**Es18.212**))
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