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((**Es18.140**) medio para conjurar el peligro. Don Bosco respondió que, sin pérdida de tiempo, esparcieran por el lugar medallas de María Auxiliadora y, en tanto, que él las bendecía y rezaba por ellas. Cuando el párroco recibió las medallas de las Hermanas fue a esparcirlas acá y allá lo más arriba que pudo. íFue algo admirable! Se hubiera dicho que las medallas pusieron límites a la ardiente lava que detuvo su avance. Cuando las Hermanas comunicaron algo más tarde el suceso a don Bosco, ya se había leído en los periódicos un telegrama de la agencia Stefani que decía: <>. Y es de advertir que la corriente de fuego <> seguía, por así decirlo, en su estado líquido y la erupción continuaba aumentándola. Los hombres de ciencia decían que la población de Nicolosi estaba irremisiblemente perdida. Hasta la anticlericalísima Gazzetta di Catania publicó la noticia, precisando el punto donde se había detenido la lava y, designando el fenómeno por su verdadero nombre, ((**It18.154**)) se expresaba así: <>. Todavía hoy se ve aquella masa acumulada sobre sí misma y petrificada como para atestiguar la perenne memoria del prodigio 1. Los amigos de Barcelona no olvidaban a don Bosco: buena prueba de ello se tuvo unos días después de la fiesta onomástica. Entre las familias, que se habían encariñado con don Bosco, estaban las de los hermanos Pascual. Policarpo, el más joven de ellos, había contraído matrimonio después de la partida del Santo y había emprendido su viaje de bodas. Al regreso pasó por Turín y, el día veintiséis de junio, dio a don Bosco la grata sorpresa de una visita en compañía de su esposa. Y, como al día siguiente se celebraba en el Oratorio la fiesta de san Luis, participó en la comida junto con otros señores. Se le hizo oír un poco la banda de música del Oratorio, que repitió el himno compuesto para el día onomástico por Lemoyne y puesto en música por el maestro Dogliani. Salió de Turín el día veintinueve y fueron a despedirle en la estación Viglietti y don Miguel Rúa, en nombre de don Bosco. Por aquellos días recibía don Bosco de ocho a quince cartas diarias de España. Para no dejar descontentos a ciento cincuenta honrados trabajadores, se sometió el día veintinueve a una gran incomodidad, dados 1 Los dos telegramas fueron también publicados por la Unit… Cattolica del día 18 de junio. (**Es18.140**))
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