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((**Es17.96**) algo más. Querría que el mundo conociera su generosidad, y, si me lo permite, la publicaría en el Boletín Salesiano. -Dé en hora buena a este hecho la publicidad que le agrade y según su prudencia. Veía don Bosco en su proposición un medio para fomentar el óbolo de San Pedro, a la sazón muy mermado. Recordarán los lectores que el Papa otorgaba una asignación mensual a la casa de La Spezia; era, por tanto, natural que don Bosco le diese cuenta de aquella casa, con lo que abría el camino para darle noticias de los otros colegios, del Oratorio y de las dos principales asociaciones, a saber la del clero infantil y la del Santísimo Sacramento. Díjole entonces el Papa: -Diga de mi parte a los jovencitos de la compañía ((**It17.103**)) del Santísimo Sacramento que los quiero, que son la pupila de mis ojos; hágales una caricia paternal de mi parte y déles, también de mi parte, una bendición manu ad manum. Estos queridos jovencitos están destinados a explicar al mundo cómo la caridad cristiana logra mejorar a la sociedad mediante la buena educación impartida a los niños pobres y desamparados... >>Y cuántos novicios tiene? -Doscientos ocho, Santidad, repartidos en los diversos noviciados de San Benigno, Francia y América, y otros esparcidos acá y allá por las casas, para no llamar demasiado la atención. -íDoscientos ocho! íEs maravilloso! íDoscientos ocho novicios! A petición de don Bosco, autorizó entonces el Papa a la Congregación Salesiana a tener novicios también en las casas profesas de Turín y de Marsella; y siguió diciendo: -Ayúdelos a superar todas las asechanzas del demonio y cuide que se mantengan en su puesto; dígales de mi parte que harán mucho bien, si son como antorchas encendidas en medio del mundo y si guardan con firmeza la moralidad entre aquellos con quienes les toque hablar o actuar. Después, la conversación versó sobre los Cooperadores Salesianos, a quienes bendijo ampliamente el Papa a ruegos de don Bosco. -Yo mismo, siguió diciendo, quiero ser llamado no sólo cooperador, sino operador, porque los Papas no deben dejar de intervenir en estas obras de beneficencia. Si queremos una sociedad buena, no hay otro medio mejor que el de educar bien a esta pobre juventud, que anda al presente suelta por la calles; ella formará en breve el género humano; si se la educa bien, tendremos una sociedad sana y de buenas costumbres; y si mal, la sociedad estará en mal estado y nuestros(**Es17.96**))
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