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((**Es17.757**) B Benemérita señora Condesa: Aunque no pueda encontrarme con los que, el viernes, rezan sobre la tumba de su llorado esposo, sin embargo no dejaré de hacer desde aquí cuanto sé que le interesa. Así, pues, esa mañana en la iglesia de María Auxiliadora, celebraré la santa misa; mis muchachos, que pasan de ochocientos, rezarán el Rosario y comulgarán, en sufragio de su alma, que, hablando en plata, creo está en el Paraíso hace mucho tiempo. Mientras tanto consolémonos, como dice san Pablo, con la esperanza de que pronto veremos a nuestros seres queridos, pues la muerte no es para los cristianos una separación, sino una simple dilación de la posibilidad de verse, y usted tenga fe en ello; verá, es más, veremos en mejores condiciones a todos los que fueron instrumentos de afecto con nosotros y cuya felicidad nosotros podemos aumentar en la vida presente. Ahora paso también a mis preocupaciones. El reclutamiento militar que se está efectuando alcanza a algunos de mis mejores clérigos, que, como no sea por una extraordinaria ayuda de la divina Providencia, tienen que cambiar el breviario por el fusil. He pensado más de una vez para mis adentros: >>quién sabe si la señora condesa Gondi podrá echarme una mano en esta mi empresa? No hago más que exponer la cosa. Cada clérigo puede librarse con tres mil doscientas liras. Si usted, en sufragio del alma de su marido y de los demás parientes, pudiese hacer esta caridad, además del mérito que tendría ante Dios, este sacerdote se obligaría a tener cada día un recuerdo especial en la santa misa por usted y por toda su familia. La libertad con que escribo, dará a usted mayor libertad para contestar. Como quiera que proceda, no dejaré de invocar constantemente la bendición del cielo sobre usted, sobre sus hijos, sobre su señor ((**It17.877**)) suegro, para que Dios colme a todos de sus dones y los haga felices en el tiempo y en la eternidad. Me encomiendo con mis muchachos a sus santas oraciones y créame de V. S. B. agradecido Turín, 19 de octubre de 1870 Seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. E Benemérita señora Condesa: Agradezco su buena voluntad y la esperanza que me da de acudir en mi ayuda para rescatar algún buen sacerdote que regalar a la Iglesia hoy tan atormentada. Rogaré a Dios que la bendiga y que prosperen sus negocios temporales, de modo que los recursos se hagan abundantes para satisfacer la bondad de su corazón y también las necesidades que, por desgracia, nos apremian continuamente. Además, para favorecer su petición y conociendo su devoción a la gran Madre de Dios, haremos el próximo martes, octavo día de la novena, un servicio religioso. Reunidos ante el altar de María Auxiliadora, nuestros muchachos harán oraciones especiales, la santa comunión, el rezo del rosario; yo celebraré la santa misa a las siete de la mañana. Todo esto, según su piadosa intención, esto es, a fin de que Dios conceda (**Es17.757**))
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