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((**Es17.736**) a don Bosco la prioridad, por lo menos en dos meses (noviembre de 1845). Sin embargo, los biógrafos han insinuado dos cosas que no pueden sostenerse. Decir que los Hermanos sacaron del ejemplo de don Bosco la idea de las escuelas nocturnas es una afirmación gratuita. En el contacto con el pueblo a través de sus florecientes escuelas elementales, los Hermanos tuvieron que sentir por sí mismos la necesidad de resolver las exigencias, que ya se mascaban en el ambiente, de una instrucción popular más amplia también bajo esta forma. Peor todavía fue afirmar que los Hermanos sacaron de don Bosco el método; están muy firmes y uniformes los discípulos de La Salle en sus propios métodos, maduros tras una experiencia plurisecular, para inclinarse a mendigar metodología en otra parte. De todos modos, faltan en absoluto las pruebas de una y otra afirmación. Volviendo a las súplicas, diremos que, a la primera Obra, se le concedió una subvención de mil liras y, a la segunda, de seiscientas liras; pero siempre con la cláusula de que tales concesiones no sentaban precedentes. Las tres ((**It17.853**)) súplicas sucesivas fueron <>, como está escrito por mano del secretario de la Pía Obra sobre los correspondientes folios. Admiramos también aquí la gran caridad de don Bosco, que no se ruborizaba de tender la mano humildemente adondequiera esperase obtener una ayuda para apoyo de sus obras de celo 1. A Ilustrísimos Señores: El sacerdote Juan Bosco, deseoso de proporcionar a los jóvenes más abandonados todos los beneficios civiles, religiosos y morales que le fuese posible, empezó a juntar durante el curso del año 1841 cierto número de ellos en un lugar contiguo a la iglesia de San Francisco de Asís. Por las circunstancias del lugar, se limitó el número de setenta a ochenta. El año 1844, habiéndose trasladado el que esto expone, por razón de empleo a la pía obra del Refugio, siguió recogiendo a estos jóvenes a los que se unieron otros, hasta trescientos. Por carecer de lugar oportuno, hacíase la reunión, ora en un lugar ora en otro de esta ciudad, siempre con la venia de las autoridades civiles y eclesiásticas. El año 1846, se pudo arrendar el lugar donde se abrió el Oratorio de San Francisco de Sales en Valdocco. Aquí aumentó la afluencia de jóvenes; a veces se reunían de seiscientos a setecientos muchachos, entre los doce y los veinte años, la mayor parte de los cuales procedía de las cárceles o corría el riesgo de ir a parar a ellas. 1 En Roma existían estas escuelas, bajo el nombre de Escuelas nocturnas desde 1819; compendia su historia monseñor S. DE ANGELIS en Los verdaderos amigos del pueblo, biografía de varios sacerdotes del clero romano (Roma, Tip. Leonina, 1927, pág. 127-8). Una memoria de 1841 nos hace ver <> (Pío Instituto de las Escuelas Nocturnas de Religión para jóvenes aprendices en Roma, Tip. del Hospicio Apostólico, junto a Marco Aurelio, 1841). Se enseñaba en ellas a leer, escribir, hacer cuentas y el catecismo. La institución se conectaba con los Oratorios de la juventud, florecientes acá y allá en los domingos y fiestas. Pío IX, el día 9 de marzo de 1847, acompañado solamente por el Camarero asistente, monseñor Piccolómini, visitó la escuela nocturna de la calle dell'Agnello ai Monti, y asistió al reparto de premios de los jovencitos fijado para aquella tarde. (**Es17.736**))
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