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((**Es17.712**) Pero, en razón de la situación económica de la joven Span_, se tuvo con ella la especial atención de aceptarla con un pobre equipo del todo insuficiente y con la escasa cantidad de trescientas dos liras, que servirían para pagar el viaje hasta la Casa Madre de Nizza Monferrato (Piamonte) y para la pensión, si sobraba algo. Sin detenerse en el Asilo Carcaci de Catania, la joven Span_ fue el día 15 de marzo de 1882 a la casa de las hermanas, en Bronte, donde entregó doscientas noventa y dos liras con veinticinco céntimos, por haber tenido que gastar el resto en el viaje. Estuvo más de cuatro meses en Bronte. La mayor parte de este tiempo lo empleó en seguir bordando un pañuelo de linón, que había llevado consigo sin acabar y afirmaba ofrecer a la Virgen. Como postulante, no podía continuar más tiempo en Bronte, sino que debía trasladarse a la Casa Madre de Nizza Monferrato. Al anunciárselo unos días antes, la joven rompió a llorar. Preguntáronle el porqué y respondió que no era verdad que la quisieran llevar a Nizza, sino a Catania para devolverla después a su familia. ((**It17.824**)) Aseguráronle repetidas veces que, en verdad, se la iba a llevar a la Casa Madre, pero nadie logró convencerla. No se serenó hasta dejar Catania a sus espaldas y tener la seguridad de que no sería expulsada de la Congregación. Al llegar a la Casa Madre de Nizza, la buenas hermanas la trataron con toda la caridad y atenciones, que se suelen prodigar a las postulantas, pero, desgraciadamente, no tardó muchos meses en manifestar claros indicios de enajenación mental. La llevaron a Turín, donde permaneció algunos días en casa de las Hermanas, con la esperanza de que el cambio de aire y el saber de los médicos pudieran ser útiles para su salud. Pero, al ponerse furiosa, fue menester poner a su lado una mujer fuerte y robusta para impedir que causase ningún daño a sí misma o a los demás; y se acudió al mismo tiempo a la Dirección del R. Manicomio para que le pusieran la camisa de fuerza. Mientras tanto, con muchas molestias y sacrificios, se hicieron los trámites necesarios con la Dirección de Seguridad para internarla en el manicomio, donde, asistida con los más solícitos cuidados, pudo recobrar después de dos años el uso de la razón perdido y ser llevada a su patria chica. Los malos tratos y las torturas, de las que fueron acusadas las Hermanas, no fueron más que la violencia que hubo que hacer y la mencionada camisa de fuerza, empleada para bien propio y de los demás. Por otra parte, al salir del manicomio, renovó las más encarecidas súplicas para ser admitida de nuevo en la Congregación, lo cual, ciertamente no habría hecho, si en ella hubiese recibido los malos tratos y las torturas dichas. En cuanto al dinero que llevó consigo, fácil es comprender en qué se gastó, y si tiene derecho a reclamar nada. Por otra parte, la cuestión económica ya se examinó por la autoridad civil competente, la cual hubo de reconocer la gran caridad y discreción con que fue tratada Agueda Span_ por las Hermanas Salesianas de María Auxiliadora. No estará fuera de propósito recordar que la Span_, antes de pedir la admisión en el Instituto de las Hermanas Salesianas de María Auxiliadora, ya había sido despedida de otro instituto de Catania por su mala conducta y por indicios de locura, de lo cual no se enteraron las Hermanas de María Auxiliadora hasta mucho después de su aceptación, a saber, cuando ya se encontraba en el manicomio. Esta circunstancia explica lo poco o nada que se extrañó su madre, cuando se le notificó que la hija había sido llevada al manicomio. Dadas estas aclaraciones, desistimos de toda otra publicación sobre el particular, (**Es17.712**))
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