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((**Es17.638**) Sintiendo muchísimo que dichas señoras no repararan en la conveniencia de sondear las intenciones de los parientes de los huérfanos de que se trata, antes de entablar negociaciones para la colocación de los mismos y que, por consiguiente, yo haya debido causar serias e inútiles molestias a V. S. Ilma. y Rvma., me creo en el deber de presentarle mi mayor agradecimiento por haber aceptado con tanta cortesía mis instancias y, asegurándole que recordaré con la mayor complacencia la atención tenida y los sentimientos altamente humanitarios que la caracterizan y de los que dio nueva y espléndida prueba, ruégole acepte de nuevo el testimonio de todo mi aprecio. El Alcalde, DI SAMBUY ((**It17.737**)) 28 (el original en francés) De un lionés que visitó a don Bosco, el Oratorio y su exposición Mi querido amigo: Le debo algunas explicaciones sobre mi viaje. Yo le había oído tan a menudo hablar de la gran obra de don Bosco que quería dar a mis ojos la satisfacción de contemplar y admirar lo que Dios ha hecho por su medio. Llegué de noche a Turín, pero se me había anunciado un cicerone en la estación, cena en el Oratorio, aseo y buena celda, delicadas atenciones, cuidados y cortesía tan cristana como exquisita; nada de todo esto falta en la casa de don Bosco. Aun cuando no hubiese sido tan tarde, no habría necesitado ningún guía, pues, usted lo sabe, en Turín, todo forastero que pregunte a cualquiera el camino para llegar a la obra de don Bosco, oye en seguida las indicaciones más exactas: <>. Y no me extraña, pues esta obra es un honor para la ciudad de Turín, donde don Bosco es muy popular e incluso en los viajes por ferrocarril, he oído varias veces hablar de él. El Oratorio de San Francisco de Sales me ha parecido un verdadero pueblo y, por cierto, no está mucho menos poblado, íunos ochocientos muchachos! Y, además, los jefes de taller, los empleados, los sacerdotes y clérigos salesianos, puestos al frente de la dirección del Oratorio y de la pía sociedad; es una pequeña ciudad dentro de otra grande. En este vasto establecimiento reina un orden perfecto; el reloj y la campana son obedecidos siempre puntualmente. Mi primera visita fue a la iglesia del Oratorio, iglesia dedicada a María Auxiliadora. Este monumento espacioso imita a San Pedro de Roma, hasta en su hermosa cúpula. Es perfecto arquitectónicamente, bien decorado y embellecido, sobre todo por un cuadro magistral, el grande y magnífico cuadro de María Auxiliadora. No es demasiado llamar a esta iglesia la FourviŠre de Turín, atendida la frecuencia con que la visitan cada día los buenos cristianos e incluso los curiosos. Supe que la gracia había tocado a veces en ella el corazón de algunos de estos últimos, que, habiendo ido como simples turistas, habían regresado a sus casas debidamente convertidos. Me cupo la suerte de ver a don Bosco. Este santo sacerdote tiene siempre una deliciosa afabilidad y una bondad que hace pensar en la del divino Maestro. Le hablé, entre otras cosas, de sus sufrimientos, de su reciente enfermedad y de las oraciones (**Es17.638**))
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