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((**Es17.600**) promueve la unidad de fe y yo debo amarla. >>Y qué obispo podrá no amar, es más, no amar con predilección una obra como ésta? 5.° >>Y dejaré yo de hablar de la gran obra de las misiones? Nuestro Señor esucristo envió sus apóstoles a predicar el Evangelio a todo el mundo: Euntes in mundum universum, praedicate evangelium omni creaturae. Y don Bosco envía también a sus Salesianos a diversas partes de Italia, a Francia, a España, a América y acabamos de oír ahora mismo lo que el relator ha contado acerca de lo mucho que están haciendo los Salesianos en la lejana Patagonia. También don Bosco dice a sus hijos: Euntes docete omnes gentes; y, por su obra, resuena ya la voz del Evangelio y de la fe cristiana en aquellas remotas regiones, y las tribus y los pueblos ingresan en el seno de la Iglesia: In omnem terram exivit sonus eorum et in fines orbis terrae verba eorum. Y no se diga que don Bosco, al enviar sacerdotes a las misiones extranjeras, los quita a nuestras tierras; puesto que el ejemplo y el sacrificio de estos apóstoles influye por un lado beneficiosa y eficazmente en los que quedan, enardece más y más su celo, multiplica su acción y, por otro lado, despierta mayor número de vocaciones consagradas a Dios, y nos proporciona más sacerdotes, que vienen a ocupar el vacío dejado por los héroes. Procuremos excitar el espíritu de fe y de piedad en las poblaciones católicas, y entonces éstas, como en otro tiempo, proporcionarán operarios evangélicos para nosotros y para enviar a los pueblos más apartados, todavía en las sombras de la muerte. Esto es lo que intenta obtener también la obra de los Salesianos en sus escuelas, y don Bosco envía también sus misioneros a las diversas partes del mundo para que, junto con los otros bienes, lleven y hagan nacer y desarrollarse la semilla de las vocaciones eclesiásticas entre las otras gentes, proporcionando así a la Iglesia Católica mayor número de goneros del santo Evangelio. Dejemos, pues, que partan de entre nosotros los nuevos apóstoles, porque Dios nos recompensará con creces. Me parece haberos demostrado suficientemente que la Obra de los Salesianos es una obra según el espíritu del Evangelio, según el espíritu de Jesucristo, y así queda también demostrado que yo debo amarla y favorecerla. Es más, todos deben amarla y favorecerla, cooperando a su bienestar, haciendo de modo que se desarrolle más y se dilate. No haya quien diga: -La obra marcha por sí misma, ya está extendida y no necesita de mi cooperación. -No, porque ésta sería una fea palabra; ((**It17.700**)) palabra que suele asomar a los labios de los que nunca quieren molestarse por la gloria de Dios. Precisamente porque la obra marcha, precisamente porque está ya extendida, precisamente porque vemos que Dios la bendice y la protege, nosotros tenemos que hacer lo posible por cooperar a su desarrollo, sabiendo que hacemos una cosa que es grata a Dios y útil para el prójimo. No cabe duda de que hay que hacer algún sacrificio con la limosna. >>Y qué con esto? Se hacen muchos sacrificios parecidos por el lujo, por vanas diversiones y, tal vez, también para pecar, y >>se querrá rehusar un sacrificio en favor de una obra tan bella? En todo tiempo, y hoy más que nunca, para oponerse al mal, para promover el bien hay que molestarse, hay que aguantar sufrimientos e incomodidades. Sin ello, no hay mérito ni hay gloria, sin ello la avalancha de los males derribará todo dique y nos ahogará. Es oportuno recordar aquí, queridos hijos míos, lo que la Sagrada Escritura nos cuenta del profeta Elías. Este gran hombre había trabajado mucho en tiempos dificilísimos por la gloria de Dios y la salvación del pueblo de Israel, pero con escaso éxito; (**Es17.600**))
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