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((**Es17.534**) María Auxiliadora parecía asistirlos de una manera tangible. En la colonia de San Cayetano, constituída por unas cincuenta familias, había una pobre enferma, que llevaba cuatro días sin comer, beber, ni hablar y era víctima de unas contorsiones nerviosas tan violentas, que les costaba mucho trabajo a cuatro hombres frenar su agitación. El médico no podía comprenderlo. Habiendo rogado repetidas veces a don Lorenzo Giordano que fuese a visitarla y, no pudiendo de momento ausentarse de casa, aconsejó que comenzaran una novena en honor de María Auxiliadora. Por fin, el día veinte de junio fue a la colonia y, al entrar en la habitación de la enferma, la encontró rodeada de unas treinta personas. No respondía a las preguntas que se le hacían más que rechinando los dientes y agitándose. Don Lorenzo Giordano hizo que los presentes se arrodillaran y rezó con ellos tres avemarías y la invocación María Auxilium Christianorum, ora pro nobis. ((**It17.622**)) Después la bendijo e invitó a todos a salir por ver si era posible disponerla para recibir la absolución, puesto que, antes de encontrarse en aquel estado, había expresado el deseo de confesarse. Pues bien, de pronto, mientras volvía él a recomendarla a María Auxiliadora, la oyó exclamar: -íMe siento mejor! La confesó, volvieron a entrar los parientes y amigos y ella se mostraba tranquila y con ganas de hablar. Se apoderó de todos una honda emoción y don Lorenzo aprovechó la ocasión para decir dos palabras sobre la intercesión de María Santísima. Despertóse en los corazones la fe adormecida y vacilante, y la gracia material vino a ser fuente de copiosas gracias espirituales. Mientras tanto, don Lorenzo Giordano y los suyos estaban impacientes por dedicarse a la obra, que constituía el objeto principal de su llegada; por lo cual, suplicaban al Inspector que volviese a Sao Paulo y, con su fogosa palabra, despertara la buena voluntad de los adinerados. Don Luis Lasagna quiso contentarlos. Volvió, pues, a ver a los antiguos conocidos; tanto hizo y tanto dijo que no mucho tiempo después se volvieron a acometer y activar las obras de construcción. Don Bosco, durante los ejercicios de los hermanos en San Benigno, pensó también en el nuevo director, don Lorenzo Giordano, a quien escribió esta hermosa carta. Muy querido Giordano: Con mucha alegría y junto a tus compañeros he recibido tus cartas y se las he leído en estos ejercicios espirituales. Nos serán muy gratas estas cartas siempre que las envíes. (**Es17.534**))
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