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((**Es17.487**)del atentado se esparció rápidamente por toda la ciudad y despertó gran horror. Intervinieron las autoridades, recogieron el grueso proyectil, hubieran podido fácilmente saber a quién responsabilizar, pero, ante la presunta imposibilidad de encontrar las pruebas, se detuvo la actuación, de suerte que, salvo una mezquina acta de la comisaría de policía, el hecho no tuvo ninguna actuación judicial. Pero sí tuvo sus consecuencias en las polémicas que surgieron entre periódicos católicos y liberales de la península; los primeros, gritando contra el criminal atentado y, los otros, calificando el acto de muchachada y denunciando a los Salesianos como calumniadores, provocadores y perturbadores del orden público. ((**It17.567**)) La cuestión del orden público alterado por culpa de los Salesianos se convirtió en el estribillo de la prensa contraria con el intento manifiesto de mover las autoridades públicas al cierre del oratorio. El Lamone del día tres de mayo tuvo la osadía de escribir: <>. En el artículo del día diez, había párrafos menos vulgares y que podemos citar, como los siguientes: <>. Ayudaba al periódico de Faenza en la capital de la provincia su digno compinche, el Ravennate. Continuaba todavía la lucha, cuando llegó a Faenza el día dieciocho de mayo don Miguel Rúa, que volvía de su viaje a Sicilia. Al recorrer las calles de la ciudad leía por las paredes el letrero garrapateado a mano o también impreso: Abajo los Salesianos. Fuera los Salesianos. El discípulo de don Bosco, que visitaba por vez primera al (**Es17.487**))
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