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((**Es17.484**) Diremos en seguida que el nuevo Goliat no era un luchador individual, sino un ente, entonces temible, que entraba en liza como un solo hombre para defender contra don Bosco las pretensiones alegadas por el nuevo alcalde del Ayuntamiento de San Benigno Canavese. Muy diferente de su antecesor, el señor Parisi, que había pasado a jefe de la administración municipal, se jactaba de ser un tragacuras y proclamaba paladinamente que trataría de tragarse también a don Bosco, porque los Salesianos no habían votado a su favor en las recientes elecciones. Quería a toda costa que se le echase de la abadía de Fruttuaria, lo cual no era posible lograrlo, sin rescindir antes el contrato legalmente estipulado cinco años antes. Para llegar a esta anulación, él intentó primero los caminos cortos. Se industrió, pues, por ganar a su favor al Consejo municipal, pidiéndole que votase contra don Bosco; pero, tanteó el terreno y se dio cuenta de que casi todos los concejales se le declararían contrarios. >>Qué hizo entonces el prodigioso alcalde? Quiso hacer pasar lo negro por blanco. Levantada la sesión en que con escasos votos a su favor había preanunciado su propuesta, supo procurarse la complaciente redacción de una acta en sentido diametralmente opuesto al sentir de los más, la firmó y la envió al Gobernador de Turín, insistiendo en la expulsión de don Bosco. Pero los Concejales municipales, oliéndose la trampa, se apresuraron a contraponer el informe genuino de la sesión, de suerte que el Gobernador negó el visto bueno del acta falseada. A pesar de esto, aquella perla de alcalde no se dio por vencido. Alióse con algunos amigos suyos, que gozaban en Turín y en Roma de alguna autoridad, y sacando a relucir de nuevo la acusación de la afrenta que los alumnos del instituto habían hecho a los soldados del ejército italiano 1, y, aprovechando una ocasión favorable, confió el asunto a los Veteranos de la guerra por la Patria. Creyó que con esto había dado ((**It17.564**)) con el camino real para conseguir su intento. Los veteranos, o soldados que habían participado en las guerras por la independencia de la Patria, se habían constituido en Sociedad bajo la presidencia del general Crodara Visconti y, a la sazón, querían crear un instituto destinado a recoger a los huérfanos de los militares. El señor Parisi propuso sin más al Presidente que se expulsara a los Salesianos de la abadía de Fruttuaria para dedicarla después a este fin. La propuesta se recibió con entusiasmo, pero luego no se aireó. Don Bosco, que nada sabía de estos manejos, fue informado de ellos por el señor Asti, teniente de los bomberos en Turín, antiguo 1 Véase más atrás, págs. 190 y ss. (**Es17.484**))
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