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((**Es17.477**) Sonrió don Bosco y las hermanas, recobrándose, rieron con todas sus ganas, dichosas por haberle encontrado de tan buen humor. Salió, pues, de Mathi el día veintidós por la mañana con don Luis Bussi y los clérigos Viglietti y Festa y llegó a Nizza hacia el mediodía. Al día siguiente, celebró la misa de comunidad, pero sólo dio la comunión a las Madres y a unas pocas más. Después asistió a la ceremonia de la toma de hábito y de la profesión. ((**It17.555**)) Pero parecía agotado. Para subir a la pequeña tribuna, desde donde hablaban los predicadores, tuvo que ser llevado casi en volandas por los sacerdotes que le acompañaban. Ante aquella escena, muchas lloraban. El también estaba emocionado, tanto que tardó un rato en recobrarse y tomar la palabra. Habló en estos términos: Veo que estáis en la flor de la edad y deseo que lleguéis a viejas, mas sin las molestias de la vejez. Siempre creí que se podía llegar a viejo, sin tener tantos achaques; pero se comprende demasiado bien que esta edad es inseparable de ellos; pasan los años y vienen los achaques de la vejez; tomémoslos como nuestra cruz. Esta mañana he tenido la dicha de repartir cruces y habría deseado repartir muchas más; pero algunas ya la tienen y otras la recibirán más tarde. Os recomiendo que todas queráis llevarla a gusto, y no queráis llevar la cruz que nosotros queremos, sino la que quiere la santa voluntad de Dios; y que la llevéis con alegría, pensando que, así como pasan los años, así pasa también la cruz; digamos por tanto: íOh, cruz bendita, ahora pesas un poco, pero este tiempo será breve y esta cruz será la que nos hará ganar una corona de rosas para la eternidad! Tened esto bien grabado en la mente y en el corazón y repetid a menudo con san Agustín: <<íOh, cruz santa! Haz norabuena que yo sude para llevarte en la tierra, con tal que, después del sufrimiento de la cruz, venga la gloria>>. Sí, hijas mías, llevemos con amor la cruz y no la carguemos sobre otros, antes al contrario, ayudémosles a llevar la suya. Decíos a vosotras mismas: Es verdad, seré cruz para los demás como ellos lo son a menudo para mí; pero yo quiero llevar mi cruz y no quiero ser cruz de los demás. Y notad bien que, al decir cruz, no entiendo hablar únicamente de la crucecita que he repartido esta mañana; sino que entiendo hablar cabalmente de la cruz que manda el Señor y que, generalmente, contraría nuestra voluntad y nunca falta en esta vida, especialmente a vosotras, maestras y Directoras, que os ocupáis también de la salvación de los otros. Esta tribulación, este trabajo, esta enfermedad, que, aunque ligera es siempre una cruz, quiero llevarla alegremente y con gusto porque es precisamente la cruz que Dios me manda. A veces se trabaja mucho y se contenta poco a los demás; pero trabajad siempre por la gloria de Dios y llevad siempre bien vuestra cruz, porque así agrada al Señor. Es verdad, habrá espinas, pero espinas que se transformarán después en flores, que durarán por toda la eternidad. Algunas diréis: -íDon Bosco, déjenos un recuerdo! ->>Qué recuerdo puedo dejaros? Helo aquí; os dejaré uno que podría ser el último que os doy; puede ser que volvamos a vernos todavía; pero, ya lo veis, soy viejo, soy mortal como todos y, ((**It17.556**)) por consiguiente, no puedo durar mucho. Os dejaré, pues, un recuerdo que nunca os arrepentiréis de haberlo practicado. Haced el bien, haced obras buenas; trabajad, (**Es17.477**))
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