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((**Es17.398**) qué. Contestará que aquí encontró compañeros, leyó libros, etc. Dígasele entonces: >>-Si quieres ir al Seminario, vete a casa pero aconséjate con persona prudente. Si contesta, como en general lo hacen, que es mejor aquí, replíquesele: >>->>Crees que podrás mantenerte bueno fuera, como lo eres aquí? Decide tú mismo lo mejor para ti, yo no te digo más. >>Dónde has encontrado la salud del alma? Así el joven se dará a sí mismo la respuesta y, en casa, podrá decir con razón: don Bosco no me ha sugerido hacerme Salesiano; soy yo el que elijo>>. ((**It17.462**)) Alguien, al verle ocupado en mil pensamientos, le dijo: -Usted, don Bosco, ítiene mil asuntos en que pensar! >>Cómo puede llegar a todo? A la fuerza tendrá que abandonar pronto ciertas bagatelas. Contestó humildemente: -íNo sólo abandono las bagatelas! íTemo olvidar lo más importante de todo, lo único necesario, la salvación de mi alma! Fue una doble lección para quien le había hecho la pregunta. Tras su regreso de Francia, no había podido bajar a la iglesia de María Auxiliadora a celebrar la misa; pero, el día veinticuatro de mayo por la mañana, no la quiso celebrar en el altar que tenía guardado en un armario junto a su habitación. Aquel año coincidía el día veinticuatro de mayo con la solemnidad de Pentecostés, por lo que la fiesta de la Virgen había sido trasladada al dos de junio. El Santo, pues, apareció como de costumbre en el altar de san Pedro, a cuyo alrededor se colocó muy pronto una multitud de devotos. Eran innumerables las personas de Italia y del extranjero que acudían a don Bosco para recibir consuelo en sus penas, consejo en sus dudas, auxilio de oraciones en sus enfermedades. Aquel año el superior de una comunidad religiosa de Caen (Francia-Normandía) le envió una pobre señorita, atormentada desde hacía varios años por duras pruebas espirituales. <> 1. Parecía que el espíritu del mal la atormentaba, especialmente impidiéndole asistir a funciones religiosas o practicar ejercicios devotos; 1 Para esta misma persona escribió también entonces a don Bosco una carta el párroco de Saint-Gilles (Ap. Doc. núm. 72 A-B). (**Es17.398**))
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