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((**Es17.317**) El lema elegido, como depusieron en los procesos los más antiguos alumnos del Oratorio, el canónigo Ballesio y el cardenal Cagliero entre ellos, ya se veía desde el principio, cuando ellos eran muy pequeños, escrito con grandes caracteres sobre la puerta del cuartito de don Bosco. No se podía expresar mejor lo que había constituido el supremo objetivo del Santo al actuar y al sufrir, al escribir y al hablar; objetivo que debería formar el programa esencial de la Sociedad por él fundada. Basta leer su biografía para ver claramente que su mayor preocupación fue siempre el bien de las almas; lo mismo se podrá reconocer también en este capítulo, en el que nos proponemos engarzar las preciosas palabras, que profirió en reuniones capitulares, en conversaciones familiares o al narrar algunos de sus sueños. Oigamos antes algunas de sus normas sobre las vocaciones que hay que cuidar, examinar o sostener. En el Oratorio o en los colegios se encontraban muchachos que daban buenas esperanzas, pero faltos de medios económicos, de modo que tenían dificultad para pagar la módica pensión y se encontraban en apuros para proveerse de lo necesario. Don Bosco dijo el día dieciocho de julio en sesión capitular: -Cuando hay un muchacho, que da esperanzas de llegar a ser un buen salesiano, pueda o no pueda pagar la pensión, no se repare en gastos. Provea la casa. Estoy seguro de que el Señor vendrá en nuestra ayuda con medios extraordinarios e inesperados, si se hacen todos los esfuerzos por tener vocaciones. No reparemos, pues, en gastos. Sirva esto también de norma para los demás colegios nuestros. Si un joven da esperanzas de éxito y los padres no pueden ((**It17.367**)) pagar; si presentan dificultades, si se quejan a los Superiores de que pasan apuros y no pueden proveerle de lo necesario, entonces en razón de la buena conducta del muchacho condónesele fácilmente una mensualidad, un trimestre; con tal de que haya siempre la esperanza de una probable vocación. Cada día van escaseando más las vocaciones. Con el mismo celo impídase que sigan la carrera eclesiástica los que no son llamados a ella y los indignos. Procédase en esto con la máxima prudencia. No se acepten nunca a prueba aquellos que no dieron antes buen resultado. Más de una vez tomó la palabra, cuando se trataba de aceptar aspirantes para entrar en el noviciado. Un clérigo de veinte años cumplidos, procedente del seminario de Ivrea, a las pocas semanas de estar en San Benigno, pedía ser admitido entre los novicios. Don Bosco dijo: -Como hace sólo un mes que está con nosotros, y no hemos (**Es17.317**))
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