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((**Es17.313**) el abate Hugot y siguió viviendo y trabajando en la casa durante unos meses, hasta que fue encargado de una parroquia y la dejó. El señor de Franqueville se ocupaba de recaudar los medios de subsistencia y los obtenía en medida suficiente. Don Bosco había dicho: -En París no faltará la caridad. Diez personas solas darán en un mes muchísimo. Fueron muchos los señores que prometieron enviar ayuda cuando se abra la casa y darán ciertamente con generosidad. ((**It17.362**)) Su previsión no quedó completamente fallida, por lo menos en los comienzos; a ello contribuyó la siguiente circular que él envió a los cooperadores más destacados. Beneméritos señores Cooperadores y señoras Cooperadoras de París: Corre el segundo año desde que tuve la gran satisfacción de encontrarme entre vosotros, caritativos Cooperadores y Cooperadoras. En aquella memorable ocasión, me convencí profundamente de que florece entre vosotros el espíritu de religiosidad, de caridad y de generosidad, y di gracias a Dios por ello. Cada uno de vosotros manifestaba aquellos días el vivo deseo de que don Bosco fundase una casa en París, para recoger a los niños de calles y plazas, e instruirlos, educarlos y hacer de ellos buenos cristianos y honrados ciudadanos. Vuestro deseo fue escuchado y hoy es una realidad. Se acaba de abrir la casa, con el nombre de Patronato de San Pedro, en Ménilmontant, calle Boyer, número 28. Por ahora nos hemos limitado a un Patronato dominical y a albergar algunos jovencitos de los más pobres y abandonados. Pero, con la ayuda del buen Dios y con el apoyo de vuestra caridad, espero que podremos aumentar su número y favorecer en más amplia proporción a la querida juventud de esa grandiosa capital. Se ha comprado una vivienda bastante capaz, con una devota capilla, un local para escuelas y un patio para recreo; pero todavía está por pagar en gran parte. Además de esto, hay que sostener y consolidar la obra. He ahí un campo abierto para vuestra caridad. Vosotros lo sabéis; mis riquezas y mi fortuna, o mejor, el principio y la continuación de mis obras en beneficio de la juventud pobre se apoyan en vuestra bondad, en la ayuda que me prestáis. No tengo más que la buena voluntad de hacer el bien a los jovencitos pobres, que fueron y serán siempre la delicia de mi corazón, y la labor de los sacerdotes, que consagraron su vida al mismo fin. El resto está en vuestras manos. No os propongo cuotas anuales; cada uno de vosotros tiene plena libertad para dar lo que la bondad del corazón le inspire cuando pueda y como pueda. El sacerdote Carlos Bellamy, director del Patronato, está encargado de recibir los donativos que vosotros tendréis la bondad de hacer en favor de la obra mencionada. Conociendo por experiencia el ardor con que los hijos de Francia acuden en auxilio de las obras buenas, no añado más para animar vuestro celo. Digo solamente que, después de Dios, confío a vosotros mi primera casa de París y vivo tranquilo con la seguridad de que mi esperanza no quedará frustrada. Por mi parte, os aseguro que cada día rezaré y haré rezar ((**It17.363**)) a mis muchachos ante el altar de María Auxiliadora, para que cubra con su manto a todos vosotros y a (**Es17.313**))
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