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((**Es17.207**) Abrigamos confianza de que esto no suceda; pero, si fallaren las comunes esperanzas, creo hacer algo grato a V. S. Ilma. al ofrecerme para albergar en el Oratorio de San Francisco de Sales a todos los pobres jovencitos de doce a dieciséis años que, a causa de la epidemia, quedaran huérfanos de padres y abandonados, y se encontraran dentro de las condiciones físicas requeridas por el Reglamento del Instituto. Cuando la invasión del cólera de 1854 y 1855, también se hizo parecido ofrecimiento al alcalde de entonces y, con mucho gusto, lo repito de nuevo ahora a V. S., contento de poder contribuir de algún modo al alivio de las miserias humanas. La única condición que pongo es que los jóvenes, que hayan de ser albergados, sean primero examinados por el médico, el cual asegure que no presentan ningún síntoma de la enfermedad, para no poner en peligro la salud de los compañeros. Confiamos que Dios, en su infinita misericordia, tenga alejada de Turín toda desgracia. En todo caso, pido al Cielo que conserve muchos años a V. S. como alcalde de esta grande e ilustre ciudad, guarde su persona y la de todos los miembros del Ayuntamiento del temido azote y nos conceda fuerza y coraje para hacer el bien a todos. Con toda la confianza de que V. S. se digne conservar su preciosa benevolencia para los muchachos de esta casa, tengo el honor de profesarme con todo respeto y aprecio, De V. S. Ilma. Turín, 24 de septiembre de 1884 Su seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. El Alcalde, a vuelta de correo, contestó noblemente: Reverendísimo Señor: Hace muchos años que V. S. Rvma., inspirándose en sentimientos de evangélica piedad, recoge en su casa a los hijos del pueblo faltos de medios de vida y carentes de consejo y de consuelo y con constantes y ((**It17.236**)) solícitos cuidados, los mantiene en el camino del deber y los educa en la escuela del trabajo que ennoblece, es fuente de moralidad y bienestar material, y hace de ellos buenos ciudadanos útiles para sí mismos y para el País. A los muchos títulos de alta benemerencia ya adquiridos y tan apreciados por cuantos se interesan por la suerte de la clase obrera, quiso V. S. Rvma. añadir otro digno de vivísima admiración, ofreciéndose con toda espontaneidad a admitir gratuitamente en el Oratorio de San Francisco de Sales, del que es Fundador y solícito e inteligente Director, a los muchachos de doce a dieciséis años que, en el caso de invasión en esta nuestra querida Ciudad del morbo asiático, quedaren huérfanos de padres y abandonados. La Administración Municipal, consciente de sus deberes, no ha omitido ni omite nada a fin de garantizar, de la mejor manera posible, la inmunidad de la población contra la fatal peste que, desde hace ya bastante tiempo, siembra el luto en muchos municipios italianos; pero, si fuese destino inexorable que también aquí deba segar el cólera sus víctimas, no dude que la Autoridad Municipal se valdrá del generoso ofrecimiento, que V. S. Rvma. hace. Por tanto, y también en nombre de la Junta a la que entregué la carta que se cita (**Es17.207**))
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