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((**Es17.158**) jefes de taller 1. Bendito sea el Señor que ha permitido nos encontrásemos juntos en esta fiestecita y nos ha dejado vivir para que pudiésemos trabajar siempre y prepararnos la eterna salvación de nuestra alma. Esta debe ser la finalidad de todo salesiano y su continuo anhelo. Con el nombre de Salesiano entiendo englobar ((**It17.177**)) a todos los que fueron educados según las normas de este gran Santo. Por consiguiente, todos vosotros sois también salesianos. Os invito para el próximo año a una reunión como ésta y espero que vengáis todos vosotros y que yo esté también. Este es mi deseo y ésa mi intención. Sólo queda por ver si el Dueño de la vida piensa como pensamos nosotros. Digo esto porque tengo varias cosas que deciros para el año que viene, pero que se cumplirán durante el año en curso y estoy seguro de que os alegraréis por ello. Está, en primer lugar, la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Roma. Es ésta una empresa colosal que me cansó mucho por las graves y continuas preocupaciones y me obligó a doblarme bajo el peso de los enormes gastos. Había que encontrar veinticinco mil francos cada mes. Pero ahora las obras de la iglesia están ya muy adelantadas, se trabaja con intensidad en el nuevo hospicio y espero poder ilevar a cabo todo para el próximo año. Y, puesto que hablo de la iglesia del Sagrado Corazón, ya sabéis que he organizado una gran rifa para hacer frente a los gastos que aumentan cada día. He contado también con vuestra caridad y, por tanto, os enviaré un pequeño número de boletos. Repartidlos entre la gente; quedaos con ellos, si vuestra bolsa os lo permite, y, si no podéis quedaros con ellos, devolvédmelos, pues os lo agradeceré igualmente. Lo que os recomiendo, es que me ayudéis de la manera que podáis y sepáis, a llevar a cabo la empresa que me confió el Sumo Pontífice León XIII. En segundo lugar, os diré que el cólera hace estragos en países no lejos del nuestro y también tememos que tal vez invada nuestras provincias. Por esto, os sugiero un fácil antídoto contra este mal. Consiste en una medalla que lleva grabado el Sagrado Corazón de Jesús en el anverso y en el reverso la imagen de María Auxiliadora. Llevad esta medalla al cuello, en el bolsillo o en la agenda; basta que la tengáis encima. Al mismo tiempo, repetid cada día la jaculatoria María Auxilium Christianorum, ora pro nobis. Si lo hacéis así, estad tranquilos y seguros de que la Virgen hará patente su poderoso patrocinio. Me gustaría que observarais atentamente si cae enfermo de este contagio uno solo que tenga encima esta medalla. Id también con valor a asistir a los enfermos en las casas, en los hospitales y en los lazaretos y no temáis. Además, es necesario recibir a menudo la santa Comunión. Pero hablando a sacerdotes, que celebran la santa misa cada día, esta exhortación es superflua. Más bien os exhorto a que lo digáis a los demás, porque aquí está la raíz de la devoción. Teniendo limpia el alma, todos pueden estar seguros de no ser atacados por ninguna enfermedad. Esta práctica de llevar la medalla, rezar la jaculatoria y recibir los sacramentos, no es sólo para que la observéis vosotros, sino para que la propaguéis en todo lugar entre vuestros parientes, amigos y conocidos, y sirva a todos de antídoto contra el cólera. El Señor quiere sacudir las conciencias con este despertador. Predicad, pues, también esta devoción desde el ((**It17.178**)) púlpito. Puede que a alguno le parezca extraño, atrevido y hasta ridículo; recordad que, ante la muerte, cesan las risas. Os diré que, 1 Con los eclesiásticos se encontraban también algunos seglares, que no habían podido intervenir con sus colegas. (**Es17.158**))
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