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((**Es17.128**) Bosco trabaja y sufre para obtenerlos. Parecía realmente que todo se conjurase en contra. -Ya verás como no me equivoco, replicó Bonetti. -íCaramba, sería bonito que fueras profeta! íQué satisfacción para don Bosco! Se rieron y no añadieron palabra. Quiso después don Juan Bautista Lemoyne ir a ver a don Joaquín Berto, secretario de don Bosco, para manifestarle la idea de don Juan Bonetti. Pero hizo como que no iba sólo para esto; por lo cual tomó una carta con la intención de pedirle aclaraciones sobre la respuesta que había de darse. Llamó dos veces a la puerta y helo salir afuera enfadado como aquel a quien se le molesta y aparta de una ocupación muy interesante y decirle excitado: ->>Qué quieres de mí? Tengo mucho que hacer. Este tiempo endiablado no me deja ni leer el decreto. Tenía en efecto en la mano un papel al que daba vueltas de un lado para otro, sin mirar la cara al importuno. ->>Qué decreto?, preguntóle Lemoyne muy sorprendido. -El decreto de la comunicación de los privilegios. ->>De veras? -Sí, sí, el decreto firmado por Ferrieri. -Esto es asombroso. >>Cuándo ha llegado? -Hace unos minutos. Ponerlo en manos de don Bosco y estallar el primer rayo fue cosa de un instante. Intentó leerlo don Bosco y no pudo. Estaban abiertas las ventanas y los tres primeros rayos casi rozaron el hueco de las mismas. Agarré a don Bosco por un brazo y, arrastrándolo a la otra habitación, le dije: -Venga afuera, >>no ve que aquí está usted en peligro? Parece que estos rayos le buscan a usted. Y, mientras don Bosco se encaminaba, estalló el cuarto; la estela de fuego pareció extenderse hasta el escritorio sobre el que había sido colocado el decreto. Don Bosco, muy emocionado, no pudo ponerse a leerlo en seguida; y yo intentaba ahora descifrar la escritura y no lo conseguía. -Ven, ven, le dijo don Juan Bautista Lemoyne fuera de sí; vamos a don Juan Bonetti. ((**It17.142**)) De camino le contó el diálogo, que había tenido con él poco antes. Entraron en su habitación y le refirieron lo sucedido con las exclamaciones de maravilla, que es fácil imaginar. Entonces don Juan Bonetti, lleno de entusiasmo, dijo a Lemoyne: ->>Recuerdas el sueño de los cuatro truenos, la lluvia de espinas, de capullos, flores y rosas? íDon Bosco tuvo aquel sueño hace ahora cuatro años! Toma la cartera que tengo en mi sotana y dámela. (**Es17.128**))
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