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((**Es16.565**) Pediremos a la Santísima Virgen que les conserve a los dos por largo tiempo con buena salud, siempre en su gracia y bajo su santa protección hasta el tiempo en que todos nosotros nos encontremos reunidos con nuestro muy querido Luis, en compañía de los ángeles en el Paraíso. He visto varias veces a nuestro amado Luis, a nuestro queridísimo amigo, siempre glorioso, rodeado de luz, vestido de una manera ((**It16.684**)) esplendorosa que era para verlo más que para describirlo. Espero hacerle una visita en Tolón en el mes de febrero próximo y poder pasar unos días en compañía de usted y del señor Conde, su amadísimo esposo y gran bienhechor de las obras salesianas. En fin, el Breve de Roma, que constituye al señor Colle Conde de la Santa Iglesia Romana, ha sido duplicado y lo recibirá de una manera conveniente de manos de don Pedro Perrot. Que el Señor les bendiga a los dos y les conceda la paz, la tranquilidad y tengan a bien rezar asimismo por mí que, con todo afecto y gratitud, seré siempre suyo en J. C. Turín, 4 de diciembre de 1882. Su atento y seguro servidor y amigo, JUAN BOSCO, Pbro. 18 Mi querido y óptimo amigo: Bendito sea Dios, en medio de las rosas y de las espinas. Después de tanto esperar, finalmente, todo está arreglado; y, aunque con tanta tardanza, el Breve ha llegado y, junto con él, el Papa le envía su bendición apostólica. Me hace una pregunta a la que no quisiera responder; mas, por obediencia, le diré todo con sencillez. Dice usted: <>. Pues bien, voy a divertirle con la historia del asunto. El Padre Santo no me ha pedido nunca dinero en casos semejantes. Esta vez me dijo el Sumo Pontífice hace unos meses: -Ya está todo. Sólo falta que vayáis a S. E. el Secretario de Estado. Este también me decía siempre: -Todo está listo. Pero no me entregaban nunca el Breve. Finalmente, se presentó mi Procurador General en Roma al Cardenal Jacobini, pidiendo le aclarara la razón de todo esto. Y aquél le respondió que se requerían doce mil francos. Se hicieron unas protestas; se procuró hablar con el Padre Santo y, finalmente, se redujo la cantidad a seis mil francos. Después el encargado del asunto quiso su parte, y dijo que se le debía una tasa de quinientos francos. Para quitar de en medio dificultades y retrasos hice pagar todo lo que se debía pagar, a saber, seis mil quinientos francos. Pero don Bosco, por querer actuar como un gran señor, se quedó en la indigencia y acudió a usted en demanda de caridad; y usted, ((**It16.685**)) inspirado ciertamente por Dios, le ha mandado precisamente seis mil francos. (**Es16.565**))
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