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((**Es16.56**) bienhechores insignes. Después de la comida, salió al patio de recreo, se mezcló con los muchachos y, entre otras cosas, les dijo que un día, a señalar por don Bosco, quería darles de comer medio pollo a cada uno. Y llegó el día suspirado en que hubo que ir en busca de quinientos pollos. En <>, el gran mercado general de Turín, los vendedores de la plaza exponían muy de mañana largas hileras de pollos colgados de unas varas, por acá y por allá, sacrificados y desplumados la noche anterior; al amanecer llegaban los proveedores de las fondas para comprarlos. Pero aquella mañana, con gran sorpresa por su parte, no encontraron ni uno en ningún lado: en todos los puestos oían lo mismo: -Don Bosco se los ha llevado todos. En efecto, el famoso Rossi, cocinero de la casa, que conocía la costumbre de los compradores, había acaparado muy tempranito toda la mercancía. Oíanse comentarios fáciles de imaginar, surgieron altercados de clientes asiduos con sus vendedores; pero no había remedio, aquel día la pollería de <> hervía en las ollas del Oratorio. Expondremos todavía tres hechos, que tuvieron algo de extraordinario, ((**It16.56**)) aunque el primero pertenezca al año 1882 1. La víspera de la conferencia, don Bosco volvió a ver en la casa de Marsella a dos personas, que iban a dar gracias muy de corazón a María Auxiliadora. El once de febrero del año anterior, se le había presentado una mujer con su hijo, víctima de un mal incurable según los médicos: una pústula maligna le atormentaba el ojo izquierdo y no había más remedio que la extirpación del mismo. Don Bosco recomendó a la madre y al hijo gran confianza en María Auxiliadora y dio al enfermo la bendición de la Virgen; la gracia no se hizo esperar, pues, tres días más tarde, el ojo volvía a su estado normal y para la solemnidad de la Ascensión había desaparecido toda debilidad en el órgano de la visión. Junto con la acción de gracias a la Virgen, entregaron a don Bosco un donativo considerable. El segundo hecho comenzó el día mismo de la conferencia. La condesa de Aure anunciaba a don Bosco, con un telegrama del veintinueve de abril, desde Berna, que su esposo, atacado de pulmonía con complicación en las meninges, padecía agudos dolores; recurría, pues, a sus oraciones y a las de sus buenos muchachos para obtener el alivio del enfermo. A la mañana siguiente, un nuevo telegrama anunciaba 1 De los dos primeros hace mención don Miguel Rúa en una segunda circular del cinco de abril a los Inspectores.(**Es16.56**))
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