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((**Es16.405**) despidió en paz y muy consolado por esta larga entrevista. Espero ahora con gran confianza. Le hablé también de otros varios asuntos y, en particular, del viaje a Solesmes. Pienso que no podrá fácilmente hacer esta escapada. El pobre hombre está abrumado de cansancio. Su jornada comienza a las seis de la mañana para terminar a las once y media de la noche. La gente le sigue a todas partes y su nombre está en todas las bocas en París. Sólo me resta agradecerle, reverendísimo Padre, el gran favor que me ha hecho. Espero que este viaje decidirá finalmente mi curación y podré dedicarme con más facilidad a la práctica del canto gregoriano. Reciba... St. Michel-s-Orge (S. et O.) F. ANDRES MOCQUEREAU C Querida Hermana: Estoy en St-Michel. Antes de hablar de St-Michel, hablemos de París y de don Bosco. Ya sabes que tenía que entrevistarme con don Bosco, durante el trayecto de la calle de Mesina hasta la calle La Chaise, donde tenía que celebrar misa en las Damas del Retiro. Llegué a las seis y cuarto a la calle Mesina. El portero me permitió entrar en su cuartito, donde esperé vigilando la escalera. No me atrevía a presentarme a una hora tan temprana y llamar en casa de la señora de Combaud. Después de diez minutos de antesala y de encomendarme a los santos Angeles, oí pasos de alguien por la escalera: entró una señora y me hizo subir a las habitaciones de la señora Condesa. Mi introductora era la señorita de Pouan, institutriz. Eran las seis y media. Pregunté a la señorita si, como me prometió la señora de Combaud, se había advertido a don Bosco que yo debía acompañarle en el coche. -Regresó a medianoche, me respondió, y no hemos podido prevenirle. -Esto me intranquilizó, temiendo que don Bosco o su secretario hubieran prometido este favor a otro. A las siete, llegó una dama de compañía de la señora Marquesa de..., la cual enviaba su coche cerrado, a fin de que don Bosco se sirviera de él para encaminarse a la calle La Chaise; esta marquesa trata de tener así un recuerdo de ((**It16.488**)) don Bosco. A las siete y cuarto llegó la vizcondesa de... con su coche para transportar a don Bosco a La Chaise: también ella desea que su coche sea santificado con la presencia del nuevo Vicente de Paúl. Mientras iban llegando todas estas marquesas con sus coches, poniendo en peligro todos mis proyectos, yo me encomendaba con todas mis fuerzas a mi Angel de la Guarda y me consolaba pensando que, en ese preciso momento, tú estarías con nuestra mamá en la misa de comunión. Durante todo este jaleo, había desaparecido la señorita de Pouan. Pocos instantes después, regresó triunfante y me dijo: -Padre, se ha convenido con don Bosco que usted subirá al coche de la señora condesa de..., con él y su secretario. En suma, la institutriz había actuado en mi favor y estaba seguro de ver a don Bosco. Gracias a los santos Angeles. Hacia las ocho menos cuarto, vino al salón, la señora de Combaud, diciendo que (**Es16.405**))
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