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((**Es16.391**) la cárcel! Vosotros, pues, los que amáis a los niños y os interesáis con razón por los tremendos problemas de la cuestión social, reflexionad en el gran riesgo social que os amenaza y venid en ayuda de los que combaten y trabajan por vosotros. Y vosotros, lectores, los que vais en el invierno a reconfortaros con el sol de las playas mediterráneas, no dejéis de hacer una visita al Patronato de Niza y enfervorizar vuestro corazón al lado de los muchachos de don Bosco; tienen un gran corazón estas pequeñas y encantadoras criaturas de Dios, son muy sensibles a la dicha que les podéis proporcionar y no os quepa la menor duda de que se mostrarán con vosotros enormemente agradecidos, levantando cada día sus manos inocentes hacia su Padre celestial, que es también vuestro Padre, rogándole recompense espléndidamente vuestra caridad, según la frase de Cristo: Lo que hiciereis por el más pequeño de ellos, es como si lo hicieseis a mí mismo. Tal es la gran obra de don Bosco. Dentro de poco, la población lionesa oirá la voz del santo sacerdote, una voz que no se puede oír sin experimentar, aun sin quererlo, una fuerte emoción; don Bosco hablará de sus obras con aquella sublime sencillez que presta encanto a su palabra, hará vibrar las más íntimas fibras de los corazones y producirá un caluroso llamamiento a la inmensa y conocida generosidad de los fieles lioneses. Almas caritativas, vosotras oiréis con gozo su llamamiento y estamos seguros de que os sentiréis felices por contribuir con vuestras limosnas al sostenimiento y difusión de las obras salesianas, obras de sacrificio y de amor, cristianas y patrióticas por excelencia. Así demostraréis al buen sacerdote don Bosco que siempre encontrará, en esta hermosa tierra de Francia, amigos sinceros y verdaderos, y os habréis granjeado la gratitud de Dios y de la Patria. (Eclair, 31 de marzo de 1883). ABEL REYNAUD 21 (El original en francés) Carta de don Bosco a la señora Juffrey de Lyon Señora: El señor Gustavo me hace de ayuda de cámara y, en un breve intervalo de su servicio, tengo la enorme satisfacción de escribirle a usted estas pocas líneas. ((**It16.471**)) En nuestra casa, se ha rezado por usted, Señora, y la Santísima Virgen parece querer escucharla: sufrir para ganar almas a Dios. En todo momento, nuestras oraciones se dirigen a Dios para obtener una mejoría. Que Dios la bendiga, caritativa Señora; Dios le dé paciencia y perseverancia en el camino del Paraíso. Dígnese también rezar por mí, que, con la mayor gratitud, seré siempre en J. C., Turín, 13 junio 1883. Seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. (**Es16.391**))
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