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((**Es16.321**) muy sensible e impresionable, y tenía en gran aprecio a los Salesianos, desde entonces se entibió completamente con ellos y, al encontrarlos, no daba ninguna señal de su pasada benevolencia. Don José Vespignani, ((**It16.381**)) angustiado ante aquel proceder, obtuvo permiso del superior para ir a visitarle y manifestarle la aflicción de sus hermanos, y le habló con tal humildad y cordialidad que le conmovió, pero no pudo disuadirle de su actitud. Dijo que el gesto de don Bernardo Vacchina le había herido personalmente y en su calidad de representante de la Santa Sede; que se había divulgado para su mal la noticia y se habían añadido comentarios inconvenientes para él; que hablando con don Luis Lasagna sobre el caso, en Montevideo, éste había defendido al clérigo; que, en verdad, le había escrito enseguida don Santiago Costamagna, pero que estos asuntos no eran para ser tratados por carta; que había que pedir perdón de una forma educada, y no presentar justificaciones. Don José Vespignani se marchó con la pena de no haber conseguido apaciguarlo 1. El error inicial había estado en no haber aclarado enseguida el incidente de viva voz y con indudables muestras de atento respeto a la dignidad del personaje; se sufrían entonces las consecuencias, la más grave de las cuales, fue su actitud negativa en el asunto del Vicariato. El día siete de agosto llegó a Turín don Santiago Costamagna para tomar parte en el tercer Capítulo general. Llevaba una afectuosa carta del Arzobispo para don Bosco en la que daba gracias a Dios por haberle enviado a los Salesianos, cuyos servicios eran tan grandes en las escuelas, talleres, iglesias y Misiones. Alababa además la vida edificante y el celo incansable de don Santiago Costamagna, pedía ayuda de nuevo personal y rogaba a don Bosco que le escribiese más a menudo, para que sus cartas le sirvieran de <>. Por último, se expresaba en estos términos, acerca de una pérdida dolorosa que habían tenido poco antes las Hijas de María Auxiliadora: <((**It16.382**)) que voló al cielo como un ángel en la solemnidad de san Pedro. Tuvo la dicha de fundar varias casas, últimamente la de Morón, y de ver terminada y abierta la casa principal, con el gran Colegio y la iglesia de María Auxiliadora, bendecida el siete del pasado junio. Su muerte fue llorada, porque su vida había sido una verdadera delicia para todos. Concédanos el Señor un buen número de santas Vírgenes post eam>>. 1 Carta de don José Vespignani a don Miguel Rúa, Buenos Aires, 9 de agosto de 1882. (**Es16.321**))
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