Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es16.287**) prematuramente envejecido y gastado. Tiene un aire algo tímido y una gran sencillez>>. Mientras don Bosco celebraba la misa, el conde Du Bourg, para contentar al Príncipe, que quería oír hablar de él, le contó muchos episodios de su vida, como la historia del perro gris, milagros ((**It16.340**)) realizados con la bendición de María Auxiliadora y prodigios de la asistencia divina a sus obras. Al fin, díjole el Príncipe casi impaciente: -Id a llamar a este santo varón y traédmelo aquí. El Siervo de Dios estaba todavía en el acto de acción de gracias después de la misa. Al notificarle que Su Alteza Real le aguardaba, hizo ademán con la cabeza de haber entendido, pero siguió rezando. Llegó un camarero para advertir que el Príncipe estaba esperando. Entonces Du Bourg se le acercó y le dijo: -No se puede hacer esperar de esta manera a Monseñor. Llama y hay que ir. Volvió a decir que sí con la cabeza, pero no se movió. <>. Se levantó, pues, despacito, aceptó un ligero refrigerio y, mientras tomaba una taza de café con leche, presentóse otro mensajero repitiendo que Su Alteza esperaba al visitante. Afanóse el conde Du Bourg para explicar al enviado la razón de la demora para que se informase al Príncipe; pero don Bosco seguía allí tranquilo y sereno. <>. Pasó por fin don Bosco ante el augusto enfermo y sostuvo con él un largo coloquio. Pareció convencido de que no moriría, y se lo dijo con las palabras del evangelio: Infirmitas haec non est ad mortem. Al oír tan fausto anuncio, el Príncipe se sintió revivir; pero don Bosco le añadió al momento que invocase con fervor a María Auxiliadora, llamada también Salus infirmorum, y lo preparó para recibir la bendición. Cuando el Siervo de Dios se retiró, el enfermo con una voz clara y fuerte, como hacía dos semanas no se le oía, llamó al conde Du Bourg y le dijo con viveza: -Mi querido Du Bourg, ya lo había dicho yo. Estoy curado... No ha querido declarármelo, pero yo lo he entendido... íEs un santo! Estoy muy contento por haberlo visto... Todos los que estamos aquí, no llegamos a la suela de los zapatos de don Bosco. Y más tarde dijo al capellán: -Don Bosco dice que no es él, sino el otro. (**Es16.287**))
<Anterior: 16. 286><Siguiente: 16. 288>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com