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((**Es16.260**) -Fíjese bien; usted mismo responde a las objeciones que acaba de hacer. Lo mismo que la Virgen ha movido su corazón para ayudarme, así mueve otros mil para acudir en socorro de nuestros muchachos. Al despedirse, el belga entregó a don Bosco su tarjeta de visita, prometiéndole que cuando pasara por Turín, iría a verle. Más hiriente fue el episodio sucedido en la última parte del viaje. En Alessandria subieron nuevos viajeros a aquel departamento. Uno de ellos empezó a hablar mal de don Bosco, pintándolo con los más negros colores y diciendo que era un avaro, que amontonaba dineros embaucando a los tontos. -Perdone, replicó don Bosco, >>usted conoce a don Bosco? -Figúrese, >>no le voy a conocer? Soy de Turín y le he visto muchas veces. -Pues yo no creo que don Bosco tenga los dineros que usted dice. ->>Va usted a decírmelo a mí? Don Bosco es muy pícaro, quiere enriquecer a su familia y ya ha comprado muchas fincas. ((**It16.307**)) -No me consta que tenga fincas en Castelnuovo. -Sí, sí; sus hermanos se han hecho ricos. -Perdone, pero don Bosco no tenía más que un hermano. -Uno o más, lo mismo da; lo que es cierto, y a mí me consta, es que el hermano de don Bosco, que antes era un pobre campesino, ahora tiene coche y caballos. -Pues yo le aseguro que el hermano de don Bosco ha muerto hace más de veinte años. -De todos modos, no podrá usted negar lo que yo sé perfectamente. -Pues bien, si quiere salir de dudas y satisfacer la curiosidad vaya a Castelnuovo y verá que don Bosco sólo tiene dos sobrinos, que cultivan una pequeña finca y nada más. -Así, >>usted quiere que yo pase por mentiroso? -Yo no le califico de mentiroso; digo solamente que lo que usted afirma no se ajusta a la verdad. Se disputó así un buen rato. Los viajeros se mostraban propensos a creer que era verdad lo que decía el sacerdote. Cuando he aquí que, en la estación de Felizzano, se asomó al departamento el barón Cova, y, al ver a don Bosco, exclamó saludándolo y haciendo ademán de querer entretenerse familiarmente con él: -íHola, don Bosco! Todos los viajeros soltaron la carcajada mientras aquel pobre hombre, confundido y avergonzado, mascullaba palabras de disculpa. Don Bosco, sonriendo, le contestó: (**Es16.260**))
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