Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es16.136**) superstición explotada para exclusivo provecho de los curas, el ateísmo un derecho del hombre, la fe en lo sobrenatural algo inconciliable con la libertad y con el progreso del espíritu humano y así sucesivamente. El autor, que había sido Ministro en 1881 y 1882, era uno de los mayores corifeos del anticlericalismo de Gambetta; por eso lo sostenía el gobierno masónico, denunciando ante los tribunales a obispos y párrocos, como reos de desobediencia a la autoridad del Estado. Hasta cuatrocientos, pasando por alto toda formalidad judicial, sin examen, expediente, defensa, ni sentencia, fueron ((**It16.154**)) condenados tras simples denuncias. Jovencitos de familias católicas, cuyos padres habían arrancado de sus manos el manual, eran expulsados de las clases por tiempo indefinido y, después de una semana, sin otro aviso, recibían sus padres la intimación de comparecer ante la Comisión escolar como responsables de la ausencia de los hijos de la escuela y eran condenados a veinticinco francos de multa con la amenaza del correccional. Al oír que don Bosco estaba informado, dijo aquel señor: -Pues bien, yo soy Pablo Bert. ->>Usted, señor? >>Y en qué puede servirle el pobre don Bosco? ->>Qué dice usted de mi libro? Don Bosco miró fijamente un momento a su interlocutor y, después, le contestó con gravedad: -Sólo puedo decirle que ha sido prohibido. -Pues yo vengo a usted para que me diga qué hay de malo en este libro. -No lo he leído. -Pues bien, aquí lo tiene, léalo, escriba al margen las correcciones y le prometo que las tendré en cuenta para una nueva edición. ->>Habla usted en serio o de broma? -Hablo en serio. Puedo reimprimirlo en cuarenta y ocho horas. -Déjeme el libro y veré qué hay que hacer. -Sólo le recomiendo una cosa: que nadie sepa nada de mi visita. Esta noticia levantaría odiosos comentarios en la prensa y en el Parlamento. -Esté usted tranquilo, no se cometerán indiscreciones. Pablo Bert estrechó la mano a don Bosco y salió. Don Bosco remitió el libro al párroco de la Madeleine, puesto que él estaba ocupado de la mañana a la noche con las continuas audiencias y no podía leerlo. El párroco, dada la importancia de la obra, se dedicó con urgencia al ímprobo trabajo y, en pocos días, dejó el libro lleno de tachaduras y correcciones. Volvió el autor a hablar con don Bosco, (**Es16.136**))
<Anterior: 16. 135><Siguiente: 16. 137>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com