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((**Es15.72**) que convenía callar ciertas cosas, dados los tiempos que corrían. Sugirió, además, que no se hablara de la Congregación como de una corporación religiosa, sino como de una sociedad de beneficencia, compuesta de eclesiásticos y seglares 1. Sin embargo, lo que él hizo no fue una verdadera y completa revisión, sino una ojeada rápida y fragmentaria; porque la anécdota que aparece en la página ciento treinta y seis sobre el conde de Viancino no procede, empezando por el nombre convertido en Vianichino. Cuando Viancino leyó el libro, se quejó a don Bosco, el cual le contestó bondadosamente: Muy querido señor Conde: El doctor D'Espiney es un buen católico, pero ha querido, por su cuenta, engrandecer a don Bosco. No se extrañe, por tanto, si encuentra inexactitudes y hasta errores en su escrito. Con todo, el próximo mes de enero veré en Niza a este señor y no dejaré de pedirle que quite, o al menos corrija, algunas patrañas de su libro. Celebro que haya tenido ocasión de escribirme y más si hubiera podido saludarle personalmente. Pido a Dios que les conserve, a usted y a la señora Condesa, en buena salud y en su santa gracia; y encomendándome a las oraciones de ambos, tengo el honor de profesarme con agradecimiento y aprecio en J. C. Turín, 18 de diciembre de 1881. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. El autor hizo las debidas correcciones en la segunda edición, que salió muy pronto. Las ediciones se multiplicaron después rápidamente en Francia; y la traducción italiana, hecha sobre la undécima edición francesa por el salesiano toscano don Domingo Ercolini, tuvo mucho éxito. Todavía hoy es un libro muy buscado. ((**It15.72**)) Desde entonces aparecieron biografías de don Bosco en distintos idiomas y fue cosa providencial, porque se acercaba el tiempo en que ya no podía don Bosco hacer cuestaciones a causa de su edad y la enorme cantidad de asuntos que fueron cayendo sobre él; limosneaba el libro haciendo sus veces. La eficacia del libro se experimentó bastante durante los primeros años que siguieron a su muerte; porque mantuvo vivo el recuerdo del Fundador e impidió que se agotase la beneficencia de muchas personas para sus obras. 1 Apuntes autógrafos sobre una carta de D'Espiney al Conde, 15 de junio del año 1880.(**Es15.72**))
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