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((**Es15.704**) de la Catedral, rogó al Santo que tuviera la bondad de ir a bendecir a los alumnos de su escuela y dirigirles unas palabras edificantes. Le prometió la visita para la mañana siguiente. El director de la Escolanía hizo a los niños las más insistentes recomendaciones para que no se rieran del acento extranjero y de las expresiones poco francesas de don Bosco. Tales recomendaciones fueron innecesarias, puesto que, desde que el Santo apareció ante ellos, quedaron embelesados con su sonrisa y su mirada. Y con el más profundo respeto escucharon su plática y, recibieron su bendición. Después se dirigió él a toda prisa hacia la puerta de salida situada al fondo del local. Pero de repente, se detuvo ante un chico de doce años, colocado en el extremo de uno de los bancos, clavó la mirada en sus ojos, colocó una mano sobre su cabeza y con una sonrisa de inefable dulzura, le dijo en un mal francés: -Tú seras sacerdote... Y siguió su camino. A decir verdad, el niño se alegró y ufanó más de la preferencia de que había sido objeto que de lo que le había dicho. Sin embargo, no olvidó nunca lo uno ni lo otro... Han pasado cuarenta años, es sacerdote ((**It15.828**)) y su único deseo es serlo según el corazón de San Juan Bosco. Este sacerdote, señor Director, lo adivina usted sin demasiados esfuerzos es el mismo que suscribe estas líneas, que le envía, con los mejores deseos para usted, para su Boletín y para toda la Obra Salesiana, el homenaje de su religioso afecto. Tolón, 21 de diciembre de 1933. E. MONTEILS V (el original en francés) Extracto de los anales del primer monasterio de la Visitación de Marsella.-Año 1880 El treinta de enero, el señor canónigo Gastaud, nuestro venerado Superior, acompañó a don Bosco, que celebró el Sto. Sacrificio de la misa en nuestra iglesia. Este digno sacerdote considerado como el Taumaturgo de nuestro siglo, se dirigía al locutorio. Nos bendijo y nos prometió la ayuda de sus plegarias. Nosotros se las pedimos especialmente por las Hermanas enfermas en aquel momento. <>, respondió en un tono inspirado don Bosco. El Rvdo. Gastaud. impresionado por su tono de seguridad, creyó ver en aquellas palabras un indicio de la voluntad de Dios y propuso al ilustre visitante que entrara en el Monasterio, lo que él aceptó enseguida. Le condujimos primero a la enfermería, donde nuestra querida hermana sor L. G., sufría hacía meses. Nosotras deseábamos mucho su curación y la esperamos un momento; pero don Bosco la bendijo y la exhortó a la paciencia y al abandono en Dios. La pobre enferma presintió que no debía esperar ya su restablecimiento... El diez de agosto, en efecto, entregaba su alma a Dios... ...Entró a continuación en una celda vecina, ocupada por la señorita Magdalena Adriana Perrier, sobrina de nuestra venerada Sor María Inés; el enviado de Dios la animó a encomendarse a Nuestra Señora Auxiliadora, le dio una medalla suya, y Prometió a la joven enferma que la Santísima Virgen la curaría, lo que sucedió inmediatamente después de esta visita. La señorita Adriana ingresó muy pronto en (**Es15.704**))
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