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((**Es15.696**) ((**It15.818**)) B Señorita Clara Louvet: La Santísima Virgen en el día de su natividad le haga una visita y le lleve buena salud y santidad, y que Ella nos obtenga la gracia de vernos aún muchas veces sobre la tierra, y encontrarnos con seguridad un día en el paraíso para alabar y bendecir al Buen Dios eternamente. >>Va bien su salud? La mía está un poco mejor. Que María nos guíe. Valsálice, 4 de septiembre de 1887. Su humilde y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. ((**It15.819**)) 88 Carta del Obispo de Pará a don Bosco Dignísimo Padre en Jesucristo: No tengo el honor de conocerle personalmente, pero la resonancia de sus obras ha atravesado el Océano y ha llegado a nuestra nación. He aquí por qué, dados los apuros en que me encuentro, me ha venido el pensamiento de recurrir a usted, dignísimo Padre, para rogarle que acuda en mi ayuda. La provincia del Pará y de las Amazonas, que comprende el inmenso y rico valle, regado por este gran río y sus afluentes, es una zona que crece cada día en importancia y atrae cada vez más el comercio mundial. La fe, que fue plantada por nuestros primeros Misioneros, está ahora casi muerta. Este vasto campo es el escenario de mis trabajos desde hace veinte años. >>Qué he obtenido? Muy poco. El clero que he logrado formar es muy escaso. Tengo más de cuarenta parroquias vacantes y centenares de tribus salvajes por convertir. Las vocaciones son cada vez más raras, ya sea por los tristes tiempos que corren, ya por la organización bastante defectuosa de mis Seminarios. Solamente una Congregación religiosa puede introducir un profundo espíritu de piedad. Hace algún tiempo, escribí al Padre Santo, exponiéndole la gravedad de nuestra situación. Le decía que, pronto o tarde, habremos de sucumbir, si no tenemos la ayuda de buenos sacerdotes y celosos religiosos de Europa. La fe católica no podrá someterse en estas regiones, si nos falta tan necesario refuerzo. Necesitamos vigorizarnos con sangre nueva. Nos faltan en absoluto los elementos que conducirían a la gran restauración católica de estas comarcas. No pasa día sin pedir, en el santo sacrificio de la misa y con lágrimas al Señor, que nos mande operarios a esta viña suya. Padre mío queridísimo en Jesucristo, haga por consolarme en mi desolación. Le suplico una sola palabra que me reanime, una palabra que me infunda valor. Haga por enviarme alguno de sus sacerdotes, alguno de esos celosos apóstoles, que usted está enviando a diversas partes del mundo. Aquí podrían cumplir obras magníficas. No les faltarán medios materiales. Le entrego desde ahora mismo mi seminario. Tiene en posesión un abundante patrimonio. Le prometo que éste será aumentado. Ea, dígame lo que hay que hacer, y yo superaré (**Es15.696**))
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