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((**Es15.655**) ordenado que hubiera en la tierra algunos sitios determinados, bendecidos y dedicados, donde ser reverenciado de un modo especial por los hombres y donde recibir su tributo de adoración y de amor. Así lo pedía El desde los aborígenes del mundo. Adán; Henoc, Noé, Abrahán le ofrecieron sacrificios, le presentaron el homenaje de su adoración en los lugares por El indicados. -Ve, dijo a éste último el Señor, y ((**It15.767**)) ofréceme a tu hijo unigénito en holocausto sobre uno de los montes que yo te mostraré. Y Abrahán, obediente, fue al lugar que el Señor le había señalado. El patriarca Jacob consagraba a Dios el lugar, donde había visto durmiendo una misteriosa escala, que subía desde la tierra al cielo y donde el Rey de los siglos descansaba majestuosamente sobre la cumbre. Y, cumplida aquella ceremonia, adoró allí al Señor, ofreciéndole oraciones, sacrificios y votos. Por orden de Dios fabricaba Moisés el Tabernáculo en el desierto; por orden de Dios construía Salomón el gran templo de Jerusalén, y, una vez destruido éste, levantaban los Hebreos por orden de Dios el segundo en el mismo lugar. Después de estos ejemplos y muchísimos más que, por brevedad no señalo, también la Iglesia Católica buscó, desde los primeros tiempos, lugares determinados, los bendijo y los consagró al Señor. En ellos se reunían los cristianos para orar, celebrar los divinos misterios, recibir los santos sacramentos y oír la palabra de Dios. Esta práctica se extendió por toda la cristiandad y así seguirá hasta el fin del mundo. En estos tiempos pedían la gloria de Dios y el bien de las almas que se levantase también una iglesia en este lugar de la ciudad de Turín. Se levantó la iglesia y hoy ha sido consagrada solemnemente e inaugurada con las más espléndidas ceremonias al culto divino en honor de San Juan apóstol y evangelista. Imitando al rey Salomón celebraremos esta dedicación con ocho días de fiesta, de acuerdo con el horario que ya se publicó. Durante el octavario, los sagrados oradores explayarán temas de acuerdo con la solemnidad. Como introducción creo que esta tarde no os desagradará oír el relato histórico de esta iglesia. Por eso, de una forma sencilla, os expondré qué era este lugar, qué es y qué será con la ayuda de Dios y vuestra caridad. Que el Apóstol predilecto del divino Salvador me obtenga la gracia de desarrollar dignamente el tema que os he anunciado. Después de este exordio, don Bosco desarrolló el primer punto describiendo lo que treinta y cinco años antes eran el lugar donde se edificó la iglesia y sus alrededores. He aquí someramente los pensamientos por él desarrollados: -No había aquí, por entonces, la menor traza de calles, edificios y jardines. Desde aquí hasta la izquierda del Po sólo se veían campos incultos, cubiertos de maleza. El lugar donde se levanta la iglesia, estaba cubierto por unas pocas casuchas, estrechas, bajas, ennegrecidas por el humo, que eran las últimas viviendas por este lado. Las arrendaban algunas lavanderas y las pagaban caras, por estar cerca del río y cercadas de grandes extensiones de terreno libre, que les resultaba muy cómodo para tender y secar la ropa, con lo que ganaban diariamente para vivir. Pero estos mismos lugares se prestaban para las más variadas diversiones. Y por eso, los domingos y fiestas de precepto los cubrían y recorrían de una a otra punta numerosísimas cuadrillas de chiquillos y ((**It15.768**)) y jovencitos, muchos de los cuales se entretenían por allí durante todo el santo día, sin ir a misa, ni al catecismo, ni a las sagradas funciones. Era el año 1847, Los tiempos resultaban cada vez más alborotados y desastrosos para los pobres muchachos. El Oratorio festivo de San Francisco de Sales en Valdocco, al que acudían alrededor de ochocientos muchachos de la ciudad, no tenía (**Es15.655**))
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