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((**Es15.637**) no se publicó, porque el Director del Corriere rehusó darle entrada en su periódico. Damos gracias a la divina Providencia por haber ahorrado un grave escándalo a las almas, un nuevo disgusto al Padre Santo, y una afrenta pública a la pobre Congregación Salesiana; pero el hecho demuestra claramente que la Curia Arzobispal mantiene todavía con nosotros el mismo sistema, es decir, juzga y sentencia a priori con mucha ligereza y sin oírnos antes; demuestra que, contrariamente a las paternales intenciones y sabias disposiciones del Santo Padre, la Curia aprovecha la más mínima ocasión, más aún, parece como que vaya mendigando y suscitando pretextos para atormentarnos y estorbarnos; demuestra todavía que los Salesianos tienen razón para vivir siempre con el miedo a recibir, de un momento a otro, las más dolorosas e inesperadas sorpresas, al modo de esos viandantes que atraviesan lugares infestados de enemigos. Esta situación nos ha hecho y sigue haciéndonos mucho daño; ya que además de las graves molestias y la pérdida de tiempo que nos ocasiona, los Salesianos necesitan ser ayudados y alentados para hacer todo el bien que hoy se requiere, y no desanimados y oprimidos por quien menos debería hacerlo. Y, además, muchos fieles y hasta bienhechores que sólo conocen un poco las cosas, engañados por las perversas habladurías, se turban y entibian su entusiasmo, con lo que el espíritu del mal sale ganando. El Padre Santo tuvo la mejor de las intenciones con la sugerencia Concordia; nosotros nos ceñimos a sus deseos, aunque nos costaba sacrificar nuestra honrilla y reputación ante el pueblo; esperábamos al menos ((**It15.746**)) que acabara todo, pero no ha sido así. La Curia, persuadida de haber sido justificada por el Padre Santo, a pesar de la sentencia de la Sagrada Congregación en su contra, a partir de entonces empezó a mostrarse petulante como después de un triunfo, y sigue convirtiendo la autoridad en arbitrio y usando de ella, no ad aedificationem sino ad destructionem. De lo dicho hasta aquí, resulta: 1.°, que la Curia dificulta la labor de la Tipografía Salesiana con su excesivo rigor en la revisión; 2.°, que ha negado el visado al volumen de una publicación periódica exento de toda censura, y lo negó, al fin del año, despertando suspicacias entre los abonados; 3.°, que podía avisarnos a tiempo sobre algunas palabras que no quería se emplearan y no nos advirtió, lamentándose de ello solamente cuando ya no se podía remediar; 4.°, que, en vez de hacerlo saber al Superior, escribió y llamó ante sí a un subalterno, que estaba fuera de casa; 5.°, que, antes de oír a uno u otro, nos juzgó desobedientes y testarudos, por lo cual escribió y firmó contra nosotros una protesta en forma de condena que, si no se publicó fue per accidens. Por decoro y respeto a la dignidad episcopal, quiero creer que estas disposiciones no partieron del señor Arzobispo, sino únicamente de sus subalternos. Expuestas las cosas como son, las dejó al autorizado juicio de V. E. Rvma., rogándole, al mismo tiempo, quiera seguir protegiéndonos con su alta autoridad y con la eficacia de sus fervorosas oraciones, a fin de que, aun en medio de tantas dificultades y penas, no dejemos de hacer el bien. Finalmente con los más ardientes deseos de que el Señor derrame sus más selectas bendiciones sobre su veneranda persona, celebro el insigne honor de poderme profesar con todo mi aprecio y profundo respecto, De V. E. Rvma. Turín, 23 de enero de 1883. Su humilde y respetuoso hijo, JUAN BONETTI, Pbro. Congregación de los Salesjanos (**Es15.637**))
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