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((**Es15.626**) 31 Carta del Cardenal Nina a don Bosco Reverendísimo don Bosco: Me ha llegado puntualmente su carta del 23 ppdo. con la copia de la notificación y al mismo tiempo el opúsculo con el que usted narra los hechos que, desde hace tanto tiempo, atormentan a esa benemérita Congregación de los Salesianos. ((**It15.732**)) Celebro saber que usted se atendrá puntualmente a las instrucciones, especialmente en estos días, de la Sagrada Congregación que, a estas horas, ya le habrán llegado. Le recomiendo calma y frialdad de ánimo, para no dar pretexto de ningún género a quien ex adverso est. Bueno será esperar a que Monseñor reciba inspiraciones especiales, en estos días, de aquellos sentimientos de mansedumbre y dulzura que el Niño Jesús nos enseñó desde los primeros instantes de su nacimiento, y que le sirva de estímulo la carta bastante explícita de la Sagrada Congregación. Mas, si contra toda previsión, siguiese en su propósito, se hará finalmente justicia a quien se debe. Por la notificación se ve cada vez mejor el rencor de esa Curia y de quien la inspira. Quisiera con todo creer que fuera un espantajo y que, después de la carta de la Sagrada Congregación, no persista. Por lo tanto, conviene estar alerta al resultado, que obtendrá su presentación al Arzobispo; de todos modos me guardo de aconsejarle hasta haber hablado con el señor Secretario. Por los términos de la intimación, donde se dice don Juan Bonetti scriptor libelli D., se debería colegir que el fisco tiene pruebas en mano para demostrar la culpabilidad del acusado. Según la carta del P. Leoncini la acusación recaería sobre usted. >>Por qué, en este caso, no debería ser llamado usted a juicio? >>Quizás para declinar la abundante odiosidad y abominación del público por parte de los investigadores? Me doy cuenta de que el señor Colomiatti es un instrumento digno de su jefe. En cuanto a la Exposición, me abstengo de calificar el mérito para no faltar a los cuidados de caridad cristiana que se deben a un Arzobispo, aunque su actuación sea tal que trastorne la conciencia y haga dudar de si existe mens sana in corpore sano. Sólo tendría que añadir que, si ese opúsculo debiera ser publicado, no se habría elegido bien el momento, aunque sea un catálogo de sucesos verdaderos y legítimas consecuencias. Pero la verdad irrita demasiado a ciertos caracteres y la lógica no simpatiza con las pasiones. Me ayuda a creer que esa publicación sea únicamente para los Cardenales de la Sagrada Congregación. De todas formas, he aquí un consejo: en estos días rece y haga que los suyos recen al Niño Jesús por el señor Arzobispo para que le ablande un poco el corazón y aclare la mente para acabar con una lucha, que no puede tener más resultado que el descrédito de la autoridad y el perjuicio de las almas. Agradezco las felicitaciones y correspondo a ellas, invocando sobre usted y toda la Congregación abundantes bendiciones del Cielo. Téngame siempre por su Roma, 25 de diciembre 1881. Afmo. y seguro servidor, L. NINA, Card. (**Es15.626**))
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