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((**Es15.497**) al salir del colegio, ((**It15.577**)) se desahogó con el primer amigo que encontró, el cual le acompañó directamente al juez a quejarse. Al enterarse de la amenaza, quiso el Director remediarlo, haciendo llamar al padre, hombre en fin de cuentas, tan poco hostil a los Salesianos, que envió después su hijo al Oratorio, donde fue admitido; pero ya era tarde. El mismo lamentó su precipitación, si bien no quedaba más que tener paciencia. La justicia procedió inexorable y velozmente. El caso en cuestión estaba libre de toda sombra de inmoralidad; sin embargo, la acusación se inició con esta posición. Por suerte, el profesor Musso tuvo tiempo para pasar la frontera. La condena, a tan sólo tres meses de cárcel, indicó claramente que estaba fuera de lugar el delito que se le imputaba. No obstante hubo que cerrar el Colegio, que era lo que perseguía la masonería. El abogado Villa, que había aceptado la defensa y recibido sus honorarios, dejó pasar adrede el tiempo hábil para la apelación ante la Audiencia de Brescia 1. Los que hasta entonces se habían mostrado admiradores y amigos de los Salesianos, los abandonaron a la ira de sus enemigos; este cambio repentino no debe llamar mucho la atención, si se considera que toda la prensa liberal publicaba la noticia a los cuatro vientos, tergiversaba las cosas de una forma indigna y añadía las calumnias más tristes. Don Celestino Durando fue inmediatamente a Roma para tratar el asunto con la autoridad superior escolástica. Unos amigos de don Bosco le presentaron al hermano del Ministro de Instrucción Pública, monseñor Luis Baccelli, el cual le entregó una cartita para Su Excelencia, que decía: <>. Don Celestino fue al Ministerio, pero no encontró allí al Ministro, por lo que presentó la cartita al Secretario, el cual, después de leerla y oír de qué se trataba, le dijo en confianza: -Con mucho gusto le ((**It15.578**)) ayudaría, si me fuera posible. El único medio sería poder amansar al menos a uno de esos señores de Cremona. Es cosa sabida que el Ministerio deja obrar en tales cuestiones. Si así lo quieren allí (aludía a la logia masónica), nosotros no tenemos cómo oponernos. Pero don Celestino Durando no se desalentó. Por la tarde, pidió 1 Apénd. Doc. Núm. 85. (**Es15.497**))
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