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((**Es15.485**)esos sus buenos religiosos obtendrán las bendiciones de todos los buenos católicos>>. Don Pablo Orioli se puso a disposición del Obispo, dejó en sus manos la propia retractación para que se publicara. El Obispo comunicó a los diocesanos la fausta noticia, a la par que bendecía a Dios por la extinción de todo cisma en la diócesis de modo definitivo. El mismo día, cuatro de abril, envió al Oratorio la patente con las oportunas facultades subdelegadas para el confesor. El no sabía que don Bosco estuviera ausente; cuando se enteró de que estaba en Francia, confió igualmente el convertido a las atenciones espirituales de don Miguel Rúa, don Juan Cagliero y de todos los demás <>, reconociendo en los hijos el espíritu del padre. Don Pablo Orioli cumplió ejemplarmente su deber. Durante su permanencia, con la plena libertad que le fue dada de verlo y observarlo todo, estudió la vida del Oratorio y recogió después sus impresiones en un opusculito que dedicó a un amigo suyo y tituló <>. <((**It15.563**)) reflejada en todos los semblantes, que sorprende (...). No tuve la suerte tan deseada de ver al reverendo don Bosco, que se ha rodeado de jóvenes sacerdotes, que son hijos adoptivos suyos. Pero, aunque no lo haya visto, estoy seguro de que la dirección y la marcha de la casa es el espejo de ese Hombre. Los hermosos frutos, que se ven en esta casa, revelan la calidad del árbol, donde crecieron ramas y frutos tan selectos>>. Y, cuando habla de los Superiores comenta: <>Así, la carcoma desgastada de la exageración de los propios méritos (**Es15.485**))
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