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((**Es15.437**) No tenemos noticia de todas las paradas que indica en la carta a don Miguel Rúa. Los que acudieron a Sauvebonne, hasta de los pueblos vecinos, notaron en don Bosco una ((**It15.505**)) diferencia con respecto al año anterior, a saber, que tenía mayor dominio de la lengua francesa. Pronunció un brindis original, que dio que hablar de él por los contornos. Uno de los mayores propietarios del pueblo le invitó a comer en compañía de los más ricos de los alrededores. Reinaba en la mesa el más cordial buen humor. Después de haber brindado algunos, levantóse también don Bosco y pidió permiso para decir unas palabras. Adelantó con cierta perplejidad que temía decir algo que pudiera no caer bien. Los comensales protestaron y le animaron a hablar. -Pues bien, añadió, perdonadme. Después de haber bebido, puede uno salir por peteneras. Oíd lo que pensaba ahora mismo, al ver a mi alrededor a los representantes de este valle. Pensaba que el valle de Sauvebonne merecía tener una parte especial en la nueva construcción del internado, cuya primera piedra hemos bendecido ayer. Os tocaría a vosotros completar el edificio y yo me imaginaba que vosotros os sentiríais felices poniendo bajo techo a los pobres huérfanos. Os propongo, pues, hacer a vuestras expensas la techumbre de nuestra casa. >>Qué os parece? -ííAceptado!!, gritaron a coro los convidados. -Pues si eso es así, respondió don Bosco levantando la copa, brindo por el tejado de La Navarre y en honor de sus generosos donantes. El cuatro de marzo por la tarde lo encontramos en Cuers, recibido con agasajos por la población. Había ido allí con la intención de detenerse sólo veinticuatro horas; pero fue tal la afluencia de visitantes que hubo de permanecer hasta el día seis por la mañana. De allí pasó a Brignoles, donde también fue recibido con mucho entusiasmo. En ambos lugares dio una conferencia, por la tarde, sobre las obras salesianas y, por la mañana, después de misa, recomendó la iglesia del Sagrado Corazón. Una señora de Brignoles recordaba en febrero de 1891 aquella visita, cuando escribía a su Sucesor 1: <((**It15.506**)) a pesar del gran número de personas que esperaban audiencia. Bendijo a toda mi familia y bromeó con sus hijos, haciendo que sacaran de su mano una medalla y acariciándolos. Le manifesté mi deseo de ayudarle en su obra y me respondió: 1 Carta de la señora Lambot-Miraval a don Miguel Rúa, Brignoles, 22 de febrero de 1891. (**Es15.437**))
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